DIECISÉIS | JOSEFA

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—Tranquila —intenté calmar a la Carla, que estaba apoyada en su almohada mientras yo estaba atrás de ella.

Me sorprendí cuando me llamó y me preguntó si podíamos vernos, le pedí su dirección y vine de inmediato.

En este último tiempo nos habíamos acercado más desde aquella conversación en el baño, si bien durante las clases no podía estar con ella, en el recreo sí, y de a poco fui uniéndome a su grupo, en el cual estaba Javiera y también Nicolás.

—¿Y ahora qué voy a hacer? No puedo tenerlo, no quiero.

—No sé —susurré contra su hombro—, podrías darla en adopción.

—No quiero que sufra —dijo con la voz débil—. La adopción es un tramite que puede llevar años, y si es que, ¿tú crees que si nace con retraso alguien la va a querer?

No dije nada, no sabía qué.

Me dijo que la niña supuestamente venía con problemas, y la verdad es que así iba a ser muy difícil que alguien la adopte, pero era triste como lo dijo ella.

Era la situación más compleja que había presenciado en toda mi vida.

—Ya vamos a encontrar una solución, Carla, confía en mí.

[ 🌼 🌼 🌼 ]

Abrí la puerta de mi casa y entré tratando de que no sonara tan fuerte, pero no me resultó de nada.

—¿Josefa? —preguntó mi mamá desde el living, fue altiro hacia mí— ¡¿Dónde andabas?!

—En la casa de una amiga.

—¿De qué amiga? —empecé a caminar, escuchando su irritante voz tras de mí.

—De la Dominga.

Dejé mi mochila sobre el sillón y me di la vuelta para ir a tomar algo a la cocina.

—¿De qué amiga? —repitió.

—De la Dominga, te lo acabo de decir.

—Mentira. 

—¿Qué?

—Llamé a la casa de todos tus amigos para saber donde andabas, y no estabas con ninguno de ellos, ¿dónde estabas, Josefa?

Suspiré y esperé a que se volviera a parar cerca mío para responderle.

No le iba a gustar la respuesta, pero me daba lo mismo a esas alturas.

—Con la Carla, es una amiga que tengo desde hace no mucho.

—¿Cuál es su apellido?

—Rojas.

—¡¿Rojas?! —gritó y ya supe lo que venía— Rojas, ¡¿la niñita becada?!

—Sí, ¿qué tiene?

—¡Pero cómo se te ocurre juntarte con ese tipo de personas, Josefa! No, te prohíbo que te relaciones de nuevo con ella.

Me reí pero paré cuando vi que me miraba con furia, ¿en serio?

—¿Me lo estás diciendo en serio?

—Muy en serio, es más; tienes prohibido salir sin el chofer, vaya a saber quién donde te andas metiendo. 

—¡Tú no me puedes restringir de mis amistades!

—¡Puedo, puedo porque soy tu mamá y lo haré si es necesario!

—¡Pero...

—Nada de peros, y ahora ándate a tu pieza hasta que llegue tu papá y tengamos que cenar. Por Dios, Josefa, cada día me decepcionas más.

¿Era tan así? ¿Era ella la que estaba en posición de decepcionarse de alguien?

[ 🌼 🌼 🌼 ]

Me moví en la cama, escuchaba voces y eso no me dejaba conciliar el sueño, además tenía una sensación desagradable por la discusión que tuve durante la cena con mi papá.

Tuve una charla como de una hora, donde me decían que cómo había podido caer tan bajo hasta el punto de relacionarme con la Carla, sacaron en cara mi embarazo, y cuando yo les saqué a flote el tema de lo que me forzaron a hacer.

Y ahí terminé "castigada" y gritoneada.

Estaba cada día más chata de esta casa, de esta familia.

De esta vida.

—¿Un internado? ¿Estás seguro?

Oí las palabras de mi mamá y me paré para ponerme junto la puerta a ver si escuchaba con más claridad lo que dijeran.

—Sí, mira, ya hablé con uno religioso que se encuentra en el sur, es un poco caro, pero nos va a servir mucho para enderezarla.

—No sé... No me convence mucho la idea, Mario.

—Es lo mejor, Gracia. Esta niña va a terminar muy mal si sigue como está. Yo ya llamé, y me dijeron que podíamos llevarla mañana mismo, así que mientras esté en el colegio le voy a pedir a la Rocío que le haga la maleta, ¿ya?

—Si tu lo dices.

¡¿Qué?! ¡¿Me querían llevar a un internado?!

No iba a permitir que esto pasara, ni ahora, ni nunca,  no iba a pasar.

Pensé que hacer, en un instante me hice la dormida cuando fueron a verme a la pieza. 

Juro que jamás he odiado tanto a alguien como los estoy odiando a ellos.

[ 🌼 🌼 🌼 ]

Tocaron el timbre para salir de clases, el día había terminado, y mi papá me había pedido que apenas viese a Diego, el chófer, me fuera inmediatamente a la casa porque tenían que hablar conmigo.

O mejor dicho, me querían engañar y llevarme al sur.

Me despedí de la Carla y los demás cuando nos encontramos en la salida, y cuando ya me encontraba afuera del colegio me puse un gorro que había traído y me solté el pelo, tratando de tapar mi cara lo más posible mientras caminaba hasta todo el lado contrario del que solía.

Vi a Diego, quien creo que me buscaba con la mirada, sin embargo, si mi suerte era algo buena, no lo iba a hacer. 

Y no lo hizo.

Caminé, y caminé, como mínimo una hora, y cuando ya reaccioné viendo el alrededor en el que me encontraba, viendo que era tan opuesto al que acostumbraba, supe que desde ese momento mi vida iba a cambiar radicalmente.

Mi celular sonaba y sonaba, y solo pensé en ponerlo en silencio y guardarlo en mi bolsillo.

Llegué hasta la puerta que tenía que tocar, y para que mentir, estaba muerta de miedo ante la posible respuesta.

Pero más asustada de lo que pasaría si era una positiva.

Dejé de dudar tanto hasta que simplemente di unos golpes casi inaudibles, y desde adentro escuché una voz que ya conocía, anunciándome que iba altiro.

Me abrió y su cara de sorpresa no se hizo esperar, y lo más seguro es que la mía tampoco.

—¿Josefa?

—Hola, tía.

APENDICITISWhere stories live. Discover now