28- Un hermano

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NOAH

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NOAH

No puedo dejar de mirar a mi alrededor como un trastornado, me asusta tanto que alguien le haga daño que saber que ese idiota logró meterse en la fiesta, aunque fue a la única persona que pedí que le prohíban la entrada, me perturba.

Después de escanear un poco la multitud, encuentro a Liam y acerco a Emma a él lo suficiente.

—No te despegues de ella, por favor, son sólo unos minutos, tengo que hablar con Carlos —le pido a mi amigo con absoluta seriedad.

—¿Todo está bien, hermano? —pregunta cambiando su postura desinteresada por una más atenta.

—El idiota estuvo aquí, solo no te despegues de ella.

—No lo haré, la cuidare bien, tú tranquilo —asegura, y entonces me alejo.

Ya tenía ubicado a Carlos, así que simplemente me abro paso entre la gente y camino hacia él.

—¿Qué sucedió con Emma? —él le hace una señal a uno de sus chicos para que la vigile y así poder prestarme atención.

—El chico estaba aquí, no pude darme cuenta de que era él en la distancia, pero tuve mis ojos sobre ella en todo momento. Intercambiaron algunas palabras y luego otro chico intervino.

—¿Quién?

—Ese chico que está allí —señala a Lucas, el amigo de Emma.

—¿Qué sucedió después?

—La señorita Emma me hizo la señal de que podía intervenir, y los chicos lo sacaron fuera —explica sin abandonar el semblante serio.

—¿Lo golpearon?

—Hice lo que ella me pidió —responde y elevo una ceja para que siga hablando—. Me pidió que le haga creer que iba a matarlo, y que luego él escapara casi por obra del destino.

Una leve sonrisa se escapa de mi rostro.

—Qué lista, espero sirva de algo.

—Si me permite señor, es una chica muy inteligente —dice, también sonriendo.

—Averigua quién lo dejó entrar y que reciba una sanción, no es posible que no haya podido cumplir con el único pedido que hice.

Dios, ya sueno como mi padre, qué asco.

—Sí, señor —dice Carlos, le he dicho mil veces que no me trate así pero no hay caso.

—Gracias, y por favor no le quiten los ojos de encima y a mis hermanos tampoco, son órdenes de mi padre. —Él asiente con seriedad y me doy la vuelta para irme.

Probablemente cualquiera pensaría que me comporto como un psicópata, pero en realidad tengo motivos para hacerlo.

Hace unas horas recibí un extraño llamado de mi padre, me informó que reforzó la seguridad de la casa y me pidió que luego de la fiesta no salgamos para absolutamente nada. Le dije que nos íbamos a Cancún y parecía aliviado de que estuviéramos fuera del país por varios días porque "es más seguro".

Tontas promesasWhere stories live. Discover now