❥ H o s e o k

1.2K 245 16
                                    

4

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

4.

Jung Mirae pasó las llemas de los dedos por la espalda de su hijo, sin lograr disimular la emoción que acrecentaba en su pecho. Hoseok  la abrazó mientras se permitía observar el colorido espacio. Su madre ahorró mucho para que su sueño se cumpliera. Trabajó años en una fábrica de reciclaje con el objetivo de acumular el suficiente dinero y permitirse comprar una pequeña tienda donde inaugurar su pastelería.

Él observó maravillado la variedad de productos que ofrecían. Se le hizo la boca agua por el mero hecho de apreciar tantos manjares. Sabía de primera mano que su madre era una excelente cocinera; por mucho que probase su comida, nunca dejaba de maravillarse. Mirae estudió para ser chef de repostería. Nunca fue una chica aplicada en los estudios, pero lo que sí que tenía claro era que amaba con todas sus fuerzas la cocina, sobre todo cuando se trataba de los dulces. No vaciló al decidir cuál era su sueño, quería hacer pasteles, deleitar al mundo con su comida y que apreciasen su talento. De este modo, estudió repostería en una privilegiada escuela de Artes Culinarias en París. Ella se lanzó a la aventura, dejándose guiar por sus anhelos, dispuesta a comerse el mundo.

En aquel entonces, era una joven entusiasta. Una adolescente extrovertida que acaparaba al resto de sus compañeros, siendo el alma en la fiesta que se ganaba todas las miradas. Aquella fue la faceta que llamó la atención al padre de Hoseok.  Aaron Alton era un simple estudiante de Física, y apesar de interponerse entre ambos la barrera del lenguaje, a Aaron le resultó inevitable sentirse atraído por ella. Mirae amaba confraternizar, hacer amigos nuevos, hablar hasta la madrugada de sus tormentos y anhelos. En esa precisa fiesta, conoció a muchos alumnos interesantes, daba uso de un francés algo burdo, pero no pareció cohibida por su limitado conocimiento del idioma, al contrario, la animaba apreciar las muecas enternecidas de los demás al oírla estancarse con las palabras para finalmente decirlas en inglés.

Alton tuvo el valor para acercarse, interactuó con Mirae toda la noche, volviéndose una conversación cómoda entre amigos, a partir de su encuentro, empezaron a tener citas, y el resto ya es historia. Cuando quiso darse cuenta, Mirae ya había aprendido a hablar francés, además, se había comprometido con Aaron. No tenía intención de volver a Corea, pues quedó embarazada de su hijo primerizo con veintidos años.

Todo parecía ir bien, su pareja la trataba como una princesa y no podía estar más enamorada. Sin embargo, los finales felices pertenecen solamente a la ficción, Mirae debió suponerlo. Aaron terminó perdiendo el interés en su relación. El día que Hoseok nació, no se molestó en acompañarla al hospital. Con el paso del tiempo, su situación fue a peor, no ayudaba en la crianza de su hijo, se las pasaba más tiempo en la universidad y saliendo con sus amigos que con su familia, y para colmo empezó a culpar a su prometida de haber querido continuar con el embarazo.

«Ambos somos muy jóvenes para una responsabilidad tan grande. Fue tu culpa». Mirae no lo pudo resistir por más tiempo, aguantó un año más hasta que, con sangre, sudor y lágrimas, finalizó su carrera y decidió tomar a Hoseok y volver a su país natal. Sin molestarse en consultárselo a Aaron.

Mirae agradecía una sola cosa, el no haber seguido adelante con su relación, pues de haberse casado con Aaron, solo Dios sabe las penurias que podría haber pasado.

Se encargó de la crianza de Hoseok, aunque no perdió el contacto con Aaron, este de vez en cuando visitaba a su hijo, además, le entregaba una paga mensual con tal de cubrir sus gastos. Mirae no tenía quejas sobre Aaron en la actualidad. El problema residía en que, por mucho dinero que le facilitase, un padre no se reemplazaba mediante el uso del dinero. Y tanto ella como Hoseok lo sabían.

En cuanto volvió a Corea, no tuvo más remedio que vivir con su familia un tiempo. No encontraba trabajo de lo que había estudiado, así que barajó la posibilidad de aceptar cualquier otro empleo en el que pagasen decentemente. Así fue como terminó trabajando en una fábrica de reciclaje, donde se pasó los últimos dieciséis años con el objetivo de criar a su hijo y, si había suerte, ahorrar para abrir su propia pastelería.

El camino fue duro y se prolongó más de lo esperado. Esa no era la vida que Mirae esperó, pero nunca se dio por vencida. Y el día de hoy comprendió que la espera valió la pena.

—Mamá, estoy orgulloso de ti— declaró Hoseok, antes de besar a la persona que le había enseñado a amar incondicionalmente. Le debía tanto a esa mujer. 

Nadie iba a remplazarla en su corazón.

Ocho letras | Yoonseok; BTS [2] Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt