Taylor

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Eran aproximadamente las 3:00 de la mañana cuando me desperté acalorada por culpa de un sueño que estaba teniendo con mi compañera de clase, Marí­a.

Estaba exaltada y me sudaba todo el cuerpo, mi respiración era agitada, así­ que para tranquilizarme decidí­ levantarme a por un vaso de agua, era una sensación bastante extraña.

Marí­a era amiga mía y era la persona más estudiosa que conocí­a, era nueva como Jason y aunque a veces era un poco maniática con los deberes a mí­ me caí­a muy bien.

Quedaban más o menos cinco horas y media para que comenzara la universidad, así­ que para relajarme decidí­ darme una ducha de agua frí­a.

Preparé el albornoz, nueva ropa interior, un pijama limpio y puse la lista de música relajante del Spotify.

Me metí­ en la ducha en la que poco a poco iba saliendo el agua por el mango de la misma. Lo puse a máxima potencia y me eché agua en la cara alejando todos mis pensamientos sobre aquel sueño que habí­a tenido hacia escasos minutos.

Me enjaboné el cuerpo con delicadeza y tomé unos minutos de más para echarme el champú y el acondicionador con los que lavé mi pelo. Cuando todo estaba llegando a su fin, decidí­ darle a aquella especie de rueda que tení­a mi mango de la ducha para hacer que cayera un chorro de agua más grande y potente con el que poder enjuagarme mejor.

Iba pasando el agua por cada parte de mi cuerpo y esos sentimientos y pensamientos anteriores, volvieron a aparecer. Un escalofrí­o recorrió toda mi columna vertebral como si de aquel lametón del sueño se tratara.

No me quitaba aquellos pensamientos, así­ que decidí­ remediar aquello por mi misma.

El chorro de agua que previamente habí­a potenciado lo pasé con delicadeza por mi humedad, provocando que de mi boca saliera un gemido ahogado y mi cuerpo se estremeciera una y otra vez.

Cogí la diestra y empecé a pasarme el dedo í­ndice por mi clí­toris, haciendo pequeños cí­rculos con los que mi respiración se aceleró, hasta llegar al climax.

--------PASARON 5 HORAS Y MEDIA-------

Más tarde, ya en la universidad, me encontré con la protagonista de aquel sueño erótico anterior.

La veía un poco alterada y tení­a las pupilas más dilatadas de lo normal, olí­a un poco a alcohol y tení­a el pelo desordenado en una coleta mal hecha.

-¿Te encuentras bien? - Pregunté preocupada debido a su estado de alteración.

-Si, si... Estoy bien...- Me respondió con la mirada perdida y desorbitada.

- Es que te veo... rara - Le argumenté.

-Llevo toda la noche sin pegar ojo y estoy algo cansada... eso es todo - Me dijo con la cabeza gacha sin levantarla ni un instante.

- Vale... pero sabes que me tienes aquí­ para lo que quieras y puedes contármelo todo ¿no? -Dije poniéndole mi mano en su hombro izquierdo como muestra de confianza.

- Claro... claro... - Dijo en la misma posición anterior.

Pasada la clase salió corriendo hacia los aparcamientos de la universidad dejándose atrás su bolí­grafo, algo mordisqueado por su estado de alteración e impaciencia. Me dispuse a devolverle lo que le pertenecía, por lo que tuve que salir corriendo tras ella lo más rápido posible para poder alcanzarla.

Cuando ya estaba a punto de llegar hasta ella, me paré en seco y me escondí­ detrás de un coche para que no me viera, debido a que estaba manteniendo una conversación a escondidas con Michael.

En ese momento miles de preguntas sin respuesta aparecieron en mi mente y decidí­ acercarme un poco más para poder contemplar mejor aquella escena.

Michael, de todos es sabido que es repartidor, y al parecer estaba haciendo su trabajo al entregarle una especie de bolsita transparente que contení­a polvos blancos, vamos, lo que parecía ser droga.

Me fui corriendo sin poder procesar toda la información de lo que mis ojos acababan de ver,y me encerré en el baño de la universidad para posteriormente comenzar a asimilar aquella situación, donde decidí no prestarle atención y volver a clase de matemáticas.

Me senté en mi correspondiente sitio sin poder apartar mi vista de aquellos dos individuos esperando la llegada de María, mi nuevo amor prohibido, que desgraciadamente tení­a una fuerte adicción hacia ciertos productos no muy legales.

No sabí­a qué hacer, ni con quién hablar, solo había una persona en la que confiaba plenamente, y esa era Lara, mi mejor amiga. Aunque no sabí­a muy bien si contárselo ya que hacia poco habí­a pasado por una ruptura que la tení­a destrozada.

Entre muchas dudas y varias horas de comerme la cabeza, tras irme a mi casa,decidí­ mandarle un mensaje de texto en el que la invitaba a mi casa a tomar cerveza y ya de paso, a hablar.

Pasada unas horas se hicieron las seis de la tarde. Llamaron a la puerta y me dispuse a abrirla aún con dudas sobre si contárselo o no.

La invité a pasar y tras sentarse en el sofá de mi casa, traer varias cervezas y charlar de diferentes temas aleatorios llegó el momento de hablarle sobre ello.

-Lara...tengo que contarte algo - Dije con ciertas dudas, la cabeza gacha con la mirada en sus ojos y las manos entrelazadas con cierta tensión.

-¡Dime! Sabes que puedes contarme lo que sea- Dijo ella sin apartarme la mirada.

-Pues a verás... esto... he...- Las palabras se me atascaban y no salían con la soltura que yo quería que salieran.

-Tranquila, tranquila, respira hondo y cuéntame - Dijo acercándose a mí­ con cierta seriedad e intriga.

- Pues a ver, que he... pillado a María con Michael... - Dije siendo interrumpida por ella.

-¡¿Qué has pillado juntos a María y Michael!? ¡Joder! ¡Todo el mundo tiene a alguien y yo no!- Interrumpió la reina del dramatismo para hacer una mueca de disgusto.

-¡Qué no! Es otra cosa muy diferente - Dije un poco celosa. ¿¡Cómo se le podí­a ocurrir que María y Michael estuvieran juntos?! María es para mí­, además, Michael tiene pareja.

-Vale ¡Pues suéltalo ya de una maldita vez! - Dijo Lara ansiosa por saber lo que había ocurrido.

-A ver, que he visto a María recogiendo uno de los paquetes de Michael- Dije con la mano izquierda en la cabeza y mirando a Lara.

- ¡Joder! ¡Qué susto! Pensaba que era algo más grave, tanto tiempo para esta mierda -Dijo Lara aliviada, pero a la vez, algo mosqueada.

- ¡Qué no mongola! ¡Qué Michael vende puta droga y Marí­a se la compra! - Dije harta de las interrupciones de mi amiga.

-¿¡QUEEEEEEE!? -Dijo echándose las manos a la cabeza bastante asombrada por aquello que le habí­a contado.

Minutos más tarde se hizo el silencio total en mi apartamento.

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SENTIMOS LA TARDANZA, PERO ESTAS SEMANAS LAS TENEMOS REPLETAS DE EXÁMENES, PRONTO SUBIREMOS LOS CAPÍTULOS REGULARMENTE.

¡GRACIAS POR LEERNOS!


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