—Es porque el enemigo está como un tren —fanfarroneó pa divertido. Julietta suspiró, cediendo ante el enemigo, igual que su padre.

—Vale, como sea, ¿Baile de Halloween?

—Ah, sí —Louis, que se recuperaba de una fuerte sesión de carcajadas, limpiando sus lágrimas dijo—: Un baile de Halloween.

— ¿Y qué es tan gracioso al respecto?

El semblante de Harry palideció por un segundo y el rizado se cubrió el rostro con las manos. Louis soltó una risita—: Harry siendo terriblemente adorable.

— ¿Adorable? —Casi gritó su hija—. ¡Por favor! Venga, ya están flirteando de nuevo. Tú… vuelve a sumirte en esa… meditación rara en la que estabas y deja que él continúe explicándome.

—Ajá, ajá —Harry dejó caer sus manos y se hizo hacia atrás en el sofá, para tener una mejor vista de las dos obras maestras que él mismo tenía la suerte de poseer.

Aquella voluptuosa pelirroja de ojos de esmeralda, con unas cejas tan finas y delicadas como sus labios de carmín. Con proporciones justas, desde las finas manos hasta los tobillos delicados. Julietta era hermosa.

Y Louis…

Louis era el modelo de perfección humana. Harry se encontró a sí mismo observándole con admiración, una vez más. Aquellos finos labios rosa pálido. Harry recordó la grata sensación al pasar sus dientes sobre aquellas comisuras, enrojecidas, húmedas, el movimiento de su lengua contra su paladar, enrojecida, húmeda, con el sabor natural de un humano, otro cuerpo vivo, tembloroso, caliente, enrojecido, húmedo, suave, un contacto real, contra su cuerpo.

Respiró forzosamente, intentando volver en sí. Y se estiró para coger, disimuladamente, uno de los cojines del sofá y situarlo en su regazo, como un gesto normal. Pero más bien para ocultar el resultado de los recuerdos que se habían reproducido en su mente ante la silueta pequeña y abrazable de su pareja.

No, ésos recuerdos no, Harry.

Ni siquiera había llegado a esa parte de la cronología.

Había quedado en…

Octubre, 31. 2014.

— ¿Qué es lo divertido de un baile, si no bailas? —pregunté, llevándome a los labios otra copa de vino.

Louis cabeceó, como si estuviera planteándose las opciones de alguna respuesta favorable—: Podrías estar observando a la gente. Quién está bueno y quién no.

—Si quisiera hacer eso me quedaría en la habitación —dije, seguro. Y ante la mirada de Louis, entendí que de nuevo, había dicho algo con doble sentido—…y me miraría en el espejo —agregué, asesinando exitosamente la sorna en los ojos azules de mi nuevo amigo.

Louis, que ya había bebido seis de las copas de vino que estaban en el mesón, caminó torpe hacia mí, y me señaló acusadoramente—: ¿Crees que el vino sea un afrodisíaco?

—Lo es, amigo —respondí, dándole unas palmadas en el brazo izquierdo, Louis frunció la nariz y se apoyó sobre la mesa. Como si le faltara el equilibrio—. Y a juzgar porque has tomado vino, y comido chocolate, apuesto a que debes estar cachondo.

Él se estremeció, volviéndose hacia mí, fugazmente. Su pequeño dedo volvió a señalarme y entre dientes, musitó—: No digas esa palabra… es tan horrible…

—Vale, vale. Estás… caliente.

—Estás matando el aura —ahora parecía más atolondrado que la mismísima Lola. Louis levantó sus manos, señalando el entorno y esbozó una sonrisa descabellada—. Todo esto… todo el romanticismo. Lo asesinas cuando utilizas ése vocabulario tan vulgar y soez.

Campamento Rousseau [Larry Stylinson].حيث تعيش القصص. اكتشف الآن