Capítulo Seis.

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Tripolar”

Praga, 2034.

— ¿Verdad, Harry? —dijo Louis, codeando al rizado, cuyo gesto denotaba el trance en el que había estado sumido los últimos minutos.

La mente humana era una de las cosas más fantásticas del universo. Capaz de recordar meses enteros en segundos. Años en minutos. E imaginarse cantidad de infinitos en microsegundos. Ciertamente, el humano era la máquina perfecta.

— ¿Ah? —Harry se volvió hacia él, luciendo tremendamente desprolijo. Su mirada se tornó seria y sus labios una línea tensa—. Me has interrumpido. ¡Incluso me interrumpes mientras recuerdo!

—A veces me pregunto si algún día vas a madurar —se quejó el mayor, mirándole con cierta carga de desdén.

Harry soltó un suspiro, mientras se acomodaba en su asiento—: Luego recuerdas que estás enamorado de mi inmadurez y se te pasa la mariconería.

—Señor… —Louis levantó la cabeza al techo, mientras dejaba salir una risa cansada—. Le estaba contando a Julie del día que fuiste un idiota estrella.

— ¿San Valentín del año pasado? —preguntó el menor, entre risas.

—Vale, uno de los días que fuiste un idiota estrella —aclaró el castaño—. “Eres asqueroso, viejo”

—Sí, te pasaste, pa —Julietta negó con la cabeza repetidas veces y Harry notó un brillo extraño en sus ojos de esmeralda—. Hasta ahora, no entiendo cómo fue que papá pudo enamorarse de ti.

Su hija parecía estar reprendiéndole por haber sido un idiota grosero en su juventud. Y con toda razón lo hacía. Julietta le miraba, seriamente decepcionada.

Pero, no hizo más que despertarle un raro sentimiento que mezclaba el orgullo y la risa—: ¿Cómo es que de repente estás de su lado?

— ¡No estoy de su lado! —exclamó la pelirroja.

—Deberías —sugirió Louis, fulminando con la mirada a su esposo—. Y en cuanto a la parte de… enamorarse… Huh, aún no estoy seguro. No sé si alguna vez lo hice.

— ¡Oh, cállate! —Harry le dio un empujón. Jovial, alegre, vacilando en lo coqueto. Como en los viejos tiempos. Louis sonrió por lo bajo, dejando que un ligero rubor tiñera sus mejillas y avergonzándose más por el hecho de encontrarse frente a su hija—. Sí te enamoraste. Mírale, Julietta. Está sonrojado y todo.

—Harry, eres un gilipollas, ¿lo sabes?

—Y tú un capullo cobarde… ¿no es así?

—Ajá, luego pueden seguir peleando, ¿qué pasó luego de que él te insultara? —atajó Julietta, lo que podría convertirse en algo más intenso.

Ella siempre había admirado esa habilidad que tenían sus padres de pasar de querer asesinarse a lanzarse a los brazos del otro.

Y era en partes iguales: incómodo y adorable.

—Eres tan lento…—bufó el rizado—. Yo, en mi mente, ya estaba en el Baile de Halloween.

Louis, repentinamente, soltó una carcajada alegre, fuerte, estridente y tintineante, como sería la risa de un ángel si los mismos existieran. Julietta le miró ceñuda—: No entiendo cómo puedes ceder ante el enemigo con tanta facilidad.

Ante las palabras de su hija, Louis no pudo si no soltar una risotada más fuerte. Que, acompañada de una mirada llena de sorna por parte de Harry, la chica decodificó como un “Te gané”.

Campamento Rousseau [Larry Stylinson].Where stories live. Discover now