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| chapter thirteen |

El ver a mi padre después de tanto tiempo de haberlo dado casi por muerto, me hizo caer en un estado de shock

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El ver a mi padre después de tanto tiempo de haberlo dado casi por muerto, me hizo caer en un estado de shock.

¡Mi papá era un hombre lobo igual que yo! ¡y era el alfa!

Me dejé caer sentada en el suelo de tierra porque mis extremidades ya no podían sostenerme.

— ¿No te da gusto verme?— preguntó con esa voz que tanto había extrañado y unas lágrimas salieron de mis ojos.

— ¡Papá!— me levanté para abrazarlo como si de pronto todo lo demás se hubiera esfumado. Lo que me rodeaba en este momento no valía nada comparado con el hecho de estar de nuevo entre los brazos de mi papá.

— Te he extrañado tanto pequeña— susurró y después me dio un beso en la coronilla.

Ya había olvidado lo cariñoso que podía ser conmigo. Papá era de esas personas recelosas, de un humor negro e incluso agresivas pero conmigo siempre trataba de comportarse tan adorable como le fuera posible.

Ahora entendía por qué había hecho tanto daño a los demás y conmigo fue totalmente considerado.

— Yo también papi— levanté el rostro y vi de nuevo las cicatrices de sus quemaduras. Me levanté de puntillas y besé con cuidado toda esa zona lastimada, algo que desde niña hacía.

Él sonrió cuando terminé de hacerlo. Eso lo hizo ver más joven y más tomando en cuenta que había dejado crecer un poco su cabello.

— ¿Por qué te fuiste tanto tiempo haciéndome creer que estabas muerto?— le pregunté con tono de reclamo. En verdad me duele saber que me mintió con algo tan delicado.

— Ven, siéntate conmigo— cuando lo hicimos, me rodeó con su brazo y me mantuvo cerca de él. Su olor a humano era tan distinto, un olor que jamás podría olvidar y su calor era totalmente acogedor—. Tuve que hacer esto para protegerte, para que mis enemigos no supieran que tenía una hija, una hija a la que amo tanto.

Sonreí como no lo había hecho después de que me quedé sola. Pero me preocupé con lo de los enemigos.

— ¿De quién hablas papá?

— Te contaré todo hija— tomó mis manos entre las suyas y las acariciaba—. ¿Recuerdas que te dije que me había quemado en el trabajo?— al verme asentir, continuó—. Pues en realidad eso no sucedió. Los hombres lobo tenemos enemigos: los cazadores. Ellos quemaron la casa en donde vivía el resto de nuestra familia. Ahí estaban tus tíos, tus primos...

El tono de su voz era de mucho dolor y pesar y a mí me embargó una terrible tristeza porque con ello ya sabía cuál había sido el destino de todos ellos.

Quemados. Muertos.

— Si continuas recordando, nos fuimos de este lugar hasta Nueva York donde seguimos adelante aunque te confieso que en todos esos años en la gran manzana los usé para planear mi venganza— se detuvo para suspirar—. Al retornar a Beacon Hills caí en la cuenta de que era muy peligroso para ti el que fuera mi hija porque estaba seguro de que te harían daño e incluso matarte y por eso tomé la decisión de salir de tu vida aunque con ello trajera mucho dolor y no solo para ti sino también para mí— me atrajo más hacia su cuerpo y las lagrimas no cesaban de salir.

Esencia de loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora