—perderás el tiempo, Jason.

—no, sólo iré ganando terreno y confianza de críminales.

—que bien me hace sentir eso.— dice con sarcasmo.—¿es necesario?

—es necesario, si queremos que esto funcione.

—¿la venganza?— pregunta la rubia y yo asiento con la cabeza.—creo que eso saldrá muy bien.— dice ella, mostrando su perfecta sonrisa.—¿qué quiere qué?— pregunta confundida, creo que otra vez habla sola.

—¿puedo preguntarte algo?— digo llamando su atención, ella asiente.—¿por qué hablas sola?

—vas a creer que estoy más loca de lo que ya crees...— empieza a explicar Alaska.—pero hay muchas voces en mi cabeza, susurros, y es muy difícil ignorarlos algunas veces... aunque cambian de voz en cada momento... el punto es que en mi mente hay voces.

Esquizofrenia.

—bien. ¿alguna vez has visto a una de estas... voces?— pregunto, tratando de esconder que creo que ella está loca.

—piensas que estoy loca.— afirma ella, mierda.—creo que tienes razón. Pero he visto a una mujer algunas veces... ella me guío hasta el almacén del manicomio.

—¿en serio?

—de no ser por ella, hubiera acabado asesinada por los pacientes.— contesta.—pero puedes creer lo que quieras.

Ahora está entrando una idea desquiciada a mi cabeza. Hace años, Alaska me contaba del chico de la bodega y él era yo. Tambien me contó sobre su madre, ahora Kristen está muerta. Puede que Alaska no este tan loca después de todo.

—te creo.— digo, ella me mira y sonríe.—siempre creeré en tí, y siento mucho no haberte creído en el
pasado.

—piedes disculparte cuando recuerde, ahora no sirve de nada.— dice, sin sonar agresiva.—no necesito saber lo que pasó hace años, para poder confiar en ti. Porque, de alguna manera extraña, confio en ti.

—no sabes nada de mí.— murmure, pero ella escucha.

—exacto, aún así confío en ti.—repone con seguridad.

—estás loca por confiar en mi.

—ambos sabemos que estoy loca.

Quiero saber la razón de su locura, porque sé que las drogas no hicieron esto.

—¿sabes que era lo que te daban en Arkham?

—no.—contesta.—ni si quiera se que hice para acabar ahí.

Creo que estoy igual de loco que Alaska.

—bien. La mujer que ves, ¿sabes su nombre?— pregunto, creo que ella puede saber algo.

—me lo dijo.— responde.—era Mackenzie... si, Mackenzie O'Niell... oh, si, no estoy segura...

—puedo trabajar con eso.

Ya son las ocho de la noche, es hora de trabajar, no puedo dejar sola a Alaska.

—ponte una remera.— digo.—trabajarás conmigo...

—no quiero molestar a Batman, gracias.

—no te lo pregunte.— contesto.—es por tú bien, no quiero que estes sola en un barrio tan peligroso.

Alaska se levanta del sillón y va hasta la habitación, cuando vuelve trae puesta mi chaqueta.

—se me ve bien, ¿no?— pregunta. Esta chica siempre ha sido hermosa, y crecer le ha ayudado aún más.

—claro que si, Alaska.— contesto.

—si tú eres Red Hood, ¿quien soy yo?— pregunta.

—oh, pastelito. No lucharás contra los malos, al menos hoy no.— digo y ella me mira mal.—no estás lista.

—oh, por un momento creí que saldrías con una mierda machista.

Empiezo a reír. No pude evitarlo.

—vamonos.— digo.

Alaska

Entramos su guarida, que creo está debajo del departamento de polícia.
Observo el lugar, hay una pantalla enorme y muchas máquinas con botones y lucesitas. Además tiene trajes de Red Hood, algunos antifaces, armas, muchas armas, llaves de autos o motocicletas, quién sabe.

—¿cuánto llevas siendo Red Hood?— pregunto mientras veo lo que hace.

—como tres meses.

—¿qué te hizo Ronald?— pregunto. Realmente quiero que me conteste, pero hay más probabilidades de que no lo haga.

—no estoy muy listo para hablar de ello.

Luego de eso, se formo un leve silencio, que no fue tan incomodo como esperaba.

—¿qué haces aquí? ¿es tu cuartel?

Jason forma una sonrisa.

—es dónde hago mi trabajo.

—¿cuál trabajo?

—hacer planes, contra Batman y para ayudar a Gotham.— contesta él. Parece gustarle su trabajo, eso me asusta y alegra.

—quiero ayudar con tu trabajo.—digo.Debes saber quién eres.—no, no quiero.— digo y luego recuerdo que estoy con Jason. Le sonreí y él me sonrio de vuelta, creo que se está acostumbrando a esto.

—¿quieres que te enseñe a ser un vigilante?— pregunta con esperanza.

—eso creo. Quiero ser como esa mujer de la que hablaste...

—¿Wonder Woman?

—si, ella. Sonaba muy interesante.— respondo.—pero con algo propio, no quiero ser una imitación.

—me parece bien, nena.

Jason toma su casco y se lo pone,aunque antes coloco un antifaz.

—ahora saldremos, tú sólo observa lo que hago.— dice con su voz robótica, que es muy espeluznante.

—entendido, jefe.

Estira su mano y toma un antifaz, lo coloca en mi cara.

—ahora tu identidad está protegida.

No debes ir, Alaska.

—cállate estás muerta.

Jason sólo niega con la cabeza y sale, yo voy detras de él.

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