033 ~ ¡sᴏᴍᴏs ᴘᴀᴅʀᴇs!

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—Recuerdo cuando ayudaba a Pancho y Rebeca con los biberones de los mellizos a pesar de yo ser muy chico —rio—, siempre quería ayudar a que mis calcomanías estén bien cuidadas y felices... Veamos —Cuauhtémoc extendió su brazo y dejó caer unas cuantas gotas de leche en éste para verificar que la temperatura estuviese correcta­—, parece que ya está bien.

Se acercó a los dos rizados y le ofreció el biberón a Aristóteles, éste lo miró con los ojos muy abiertos.

­—¿Quieres que yo lo haga?

—¿No quieres hacerlo?

—Tengo miedo, que tal si no lo hago bien...

—Ay, vamos, yo te ayudo, ¿sí? Cuidaste a Arquímedes cuando era pequeño, esto será pan comido para ti —caminó hacia la sala, seguido por Aristóteles.

Cuauhtémoc se sentó y le indicó a Aristóteles que se sentase junto a él, éste lo hizo con gran delicadeza para que no le pase nada malo al bebé, lo cargó en forma de arrullo y recibió el biberón. Se lo acercó a la boca del pequeño y éste lo intentó tomar con sus manos, puesto que ya estaba aprendiendo a dejar el biberón pero aún no lo sostenía bien. El bebé empezó a tomar y sintió cómo sus ojitos se cerraban; tenía mucho sueño, pues no había podido dormir por el cambio de lugar y se mantenía alerta. Pero bien parece que le estaba agradando su nueva compañía.

Aristóteles miraba con una gran sonrisa al niño mientras seguía dándole de comer, le causaba mucha ternura, pero quien más sentía ternura era Cuauhtémoc al ver a Aristóteles con esa emoción por el bebé.

—Mira, se está quedando dormidito —dijo Aristóteles en un susurro sin dejar de lado su sonrisa mientras veía al bebé.

—Sí, mi amor, lo estoy viendo —respondió de igual manera mientras pasaba el brazo alrededor del cuello de Aristóteles y dejaba un beso en su mejilla para después recargar su cabeza en el hombro del rizado.

El día pasó tranquilo, el niño realmente estaba cansado y durmió casi todo el día. Mientras tanto, Cuauhtémoc le explicó muchas cosas a Aristóteles sobre cómo cuidar al bebé, y éste escuchaba atentamente todo... Pues la idea de ser padres le estaba empezando a emocionar.

-DÍA 2-

­—¿Qué les parece una ida al parque? —sugirió Cuauhtémoc al llegar a la sala donde estaban Aristóteles y el pequeño Emilio jugando en la alfombra con bloques.

Los dos rizados voltearon con emoción al escuchar la palabra "parque", Cuauhtémoc rio por la acción de estos dos y tomó las llaves del auto, mientras Aristóteles cargaba a Emilio en brazos para salir de la mano de su amor. Se acercaron al auto y el rizado notó algo.

—¿Dónde conseguiste el asiento de bebé para el coche?

—Ay, Tahi —abrió la puerta trasera—. No preguntes, sólo gózalo.

Aristóteles rio y entró en los asientos traseros para acomodar al niño en su lugar, luego subió al lugar del copiloto y le lanzó un beso al aire a su novio quien estaba de piloto listo para arrancar.

—¿Lo sentaste bien? —volteó a ver al niño.

—Sí —rio.

—Los cinturones, ¿los ajustaste?

—También.

—¿El asiento está bien acomodado?

—Temo, Amor... —tomó el mentón de Cuauhtémoc para que lo mire— Todo está bien, tranquilo —lo besó—, confía en mí.

—Confío en ti —sonrió y metió las llaves para empezar el viaje.

Ya en el parque, buscaron una banca donde sentarse. Aristóteles se la pasaba haciendo caras a Emilio para que a éste le causen gracia y riera, imagen la cual Cuauhtémoc adoraba ver. Se sentaron en la banca, y Emilio quería bajarse para caminar.

Simplemente Aristemo.Where stories live. Discover now