·quince·

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-          Michael, no nos volveremos a ver.

-          ¿Qué? – se quedó perplejo, con la voz entrecortada y nervioso. - ¿P-por qué? ¿No te he caído bien? – cuestionó con pena y el mundo se me vino abajo.

Desvié mi mirada a mis pies, que jugueteaban algo intranquilos. Suspiré amargamente y me armé de valor para hablar.

-          Mike… No sé por qué me quieres en tu vida, soy una simple ciudadana americana que ahora reside en tu ciudad, nada más. Una que llamó “niñas estúpidas” a tus fans antes de verte actuar, que os llamé principiantes en mi mente. Tú tienes tu vida, dedicándote a lo que realmente quieres: hacer música. Y esto tiene unas consecuencias, y son las fans. Si quieres ser mi amigo… Mira, yo no aguanto ser el centro de atención, y esas pavas lo único que hacían era mirarme mal, muy mal. – le miré y sus ojos decían un “te entiendo”. – Y no te estoy pidiendo que dejes esto por mí, que sería muy ilógico porque sólo nos hemos visto dos días, sino que dejemos de vernos, porque tengo el presentimiento que acabará todo mal.

-          Pero… - me interrumpió.

-          Espera – pedí callándolo – Ahora bien, si querías quedar conmigo para echar un polvo pues…

Arrugó su entrecejo frustrado.

-          ¿Realmente lo ves así? Vale que me atraes físicamente porque estás buena y te haría de todo – confesó sin rodeos y me sonrojé – pero yo no estoy tan necesitado. Si me acerqué a ti fue para conocerte, porque ese día en el descampado supe que podríamos llevarnos bien; y te busqué por Twitter y otras redes sociales, pero fui un gilipollas porque no sabía tu apellido. Por eso, anteayer, cuando te vi, casi me caigo de la impresión. ¡Realmente no tenía ni idea que aparecieras de nuevo en mi vida! – sonrió y cogió mis manos mientras me miraba atento. Sus ojos eran más claros con las luces exteriores – Quiero conocerte, Fiona, porque sé que puedes ser muy buena amiga.  Y desde que hemos quedado, he podido ser yo mismo, como si estuviera con mis tres mejores amigos, porque tú y yo tenemos muchas cosas en común; en el fondo somos iguales.

Me quedé helada ante sus palabras.

-          Todo esto… ¿es en serio? – seguro que se me estaban iluminando los ojos.

Michael me miró extrañado.

-          ¿Por qué no iba a serlo?

Y le abracé, le abracé como nunca hubiera abrazado a alguien. Era la primera vez que alguien se acercaba a mí para conocerme e intentar establecer una amistad conmigo. Yo siempre era el “bicho raro” del pueblo, la marginada. Fletcher siempre estaba conmigo, pero él, antes que pasara lo de nuestros padres, era un chico con muchos amigos. Yo, en cambio, era la solitaria, no porque quisiera, sino porque ya me habían etiquetado como la rara desde que tenía conciencia; y era algo que no podía hacer nada al respecto, sólo aislarme del mundo a través de la música.

-          Gracias – le dije al separarnos.

-          ¿Por? – me sonrió.

Bajé la mirada. Aún no quería contarle nada sobre mi vida, sólo hacía un día que nos conocíamos – sin contar el del concierto -, no estaba preparada, pero si él iba a ser alguien en mi vida, algún día debería enterarse. Noté como me cogía el mentón con delicadeza y me lo subía para que le mirase a los ojos.

-          Nada importante.

-          ¿Nos seguiremos viendo? – preguntó como un niño pequeño.

-          ¿Después de tu pequeña confesión? Claro.

Sonrió mostrando cada uno de sus dientes, con sus colmillos de “vampiro”. Era tremendamente guapo.

***

-          Gracias por traerme – le dije abriendo la puerta del portal.

Puso sus manos dentro de los bolsillos del pantalón, como si estuviera nervioso.

-          No es nada, así sé dónde vives – me guiñó el ojo. – Espero que te lo hayas pasado bien, y lo siento por las fans…

Puse mi dedo índice en sus labios para callarlo.

-          Tranquilo, ya está olvidado. – sonreí y él me imitó.

-          Quiero que conozcas a los chicos.

-          Qué vergüenza – me tapé la cara con mis manos avergonzada.

Él rió y apartó mis manos para que le mirase.

-          Ni que fuéramos pareja y te presentara a mis padres – dijo con una enorme sonrisa – Bueno, tienes que descansar. Adiós.

Se despidió de mí con la mano y desapareció entre las negras calles de Sídney. Reprimí las ganas de ir tras él para abrazarlo otra vez y volver a agradecerle esas palabras tan sinceras, unas que nadie me dijo en mi vida, me llenaron. Sonreí con una estúpida y entré en mi pequeño ático. Eran pasadas las 12h de la noche, así que me aseé y pude irme a dormir con tranquilidad, rápidamente concilié el sueño. 

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⏰ Last updated: Sep 09, 2014 ⏰

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|Forgiven| Michael Clifford.Where stories live. Discover now