·uno·

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-          No me importa, mamá.

-          Pero a mí sí, y te prohíbo vestir así, tan estrafalariamente. Das vergüenza – rechistó mi madre y sentí como sus palabras se clavaban en mi pecho como un puñal afilado.

Ella no me dejaba ir con mi vestimenta favorita, llevar mis grupos preferidos estampados en las camisetas. Decía que Green Day, Fall Out Boy, All Time Low, My Chemical Romance, entre otros, eran malas influencias para mis 17 años – según ella, no estaba preparada para este mundo del punk rock. De hecho, siempre he amado este tipo de música, desde que era pequeña, pues mi padre siempre me ponía canciones de Blink-182, Sum 41, etc, y desde eso, investigué. Encontré los que ahora son mis grupos favoritos. Cuando los descubrí, mi padre se alegró mucho por mí y me compró todo el merch de ellos, a escondidas de mi madre. Sí, mi madre no sabía que mi padre escuchaba esta música, ni nunca lo sabrá. Pero mi padre desapareció 5 años atrás durante su expedición a Tailandia con su grupo. Él se presentó como médico voluntario, pero nunca volvió… Aunque soy feliz porque habrá muerto – si es que ha fallecido, claro -  como él siempre quiso: ayudando a los demás.

¡Ah! Con todo esto no me he presentado aún… me llamó Fiona. Está bien, mucha gente se burla por el nombre de la princesa de Shrek, pero mi madre adora los nombres irlandeses y dio la casualidad que escogió el mismo. Como he dicho antes, tengo 17 primaveras y soy estadounidense – y con orgullo-, de Trenton, New Jersey. Mi pelo es rubio ceniza y ojos azules, con rasgos finlandeses porque mi abuela paterna era de allí, por eso mi apellido es Lindersen. Soy más alta que la mayoría de las chicas y estoy algo rellenita, pero no me importa lo que la gente piense de mí. Y por eso discuto cada día de lo mismo con mi queridísima madre. Hace poco se enteró sobre mi gusto musical y me lo prohibió escuchar cualquier canción que contuviera guitarras eléctricas. Pero como soy una adolescente rebelde, para cabrearla empecé a vestirme como a mí me gustaba, el rollo más oscuro y punk. Me maquillo con tonos oscuros y siempre ropa negra, con los logos de mis ídolos en ella. Adoro no ser como el resto de gente, me gusta salir de lo prototípico, quiero ser diferente. Pero mi madre, una empresaria estricta, con aires de superior y muy clásica, me impedía ser yo misma.

Tengo claro que cuando cumpla la mayoría de edad, huiré. Huiré lo más lejos posible de ella. Necesito ser libre, como cuando mi padre aún vivía. Siempre he tenido problemas y los he solucionado con los métodos más radicales, principalmente el alcohol. Obviamente esto no lo sabe mi madre, sino me encerraría de por vida. Estoy harta de su manipulación, quiero que me deje vivir de una vez.

-          Fiona, no saldrás con eso – señaló mi camiseta con la palabra “Fuck”.

-          Dime una razón válida para que me la quiete – la tenté.

Ella era todo lo contrario a mí físicamente, morena y ojos muy oscuros, estatura normal pero muy delgada. Parecía más joven de lo que en realidad era.

Puso sus brazos en las caderas intentando pensar en algo convincente, pero obviamente no lo conseguiría.

-          Porque me avergonzarás.

Y otra vez repetía las mismas palabras. “Vergüenza” era la palabra que siempre tenía en la boca, esa y que no valgo nada como hija. Rodé los ojos harta de toda ella y me encerré en mi cuarto, se me quitaron las ganas de ir a comprar e ir a la calle.

Me estiré en mi cama e intenté olvidar el mundo tan miserable en el que vivía; quería desaparecer por horas. Cuando cogí mis auriculares para evadirme de la realidad, llamaron en la puerta.

-          Fiona, vamos. Tenemos que irte a comprar ropa más adecuada.

Me hice la oídos sordos y seguí con lo mío, pero mi madre abrió la puerta enfadada. No sé como lo hacía pero siempre conseguía abrir el pestillo de la puerta; si un día nos llevamos bien, se lo preguntaré.

-          ¡He dicho que nos vamos!

Lo único que hice fue subir el volumen, tanto, que ella podía escuchar la batería retumbar en mis oídos. Por eso me sacó uno de los auriculares.

-          ¿¡Qué coño haces?! ¡Devuélveme eso! – grité cuando me los quitó, eran el objeto que me ayudaba a sobrevivir el día a día.

-          Pues vente – contraatacó.

-          ¿Te crees que me iré con una mujer como tú a comprar ropa? – reí sarcástica – Antes muerta. Déjame vivir de una vez por todas. – le arranqué los auriculares de las manos en un momento de flaqueza que tuvo y me fui directa a la puerta de salida. Antes de abrir, me giré hacia ella y le dije:- Ah, hoy no me esperes despierta, tengo un concierto.

Juro que casi hecho humo por las orejas como una cafetera, algo que hizo reírme cuando salí a la calle. Volví a conectar la música con el volumen alto y empecé a cantar la canción que sonaba en ese momento: Carousel de Blink-182. Recuerdos se asomaron por mi cabeza de nuevo, y mi padre salía en todos ellos. Sonreí y me dirigí hasta la casa de mi mejor y único amigo Fletcher. Nunca había sido muy sociable, pero Fletch y yo nos conocíamos de cuando nuestros padres eran amigos ya que ejercían la misma profesión y también desapareció. Él quedó más afectado por la supuesta muerte de su padre, de hecho fue quién me influenció en llevar el estilo que llevo ahora. Cualquiera diría que éramos hermanos, nuestras facciones eran muy parecidas, aunque él se tiñó de negro, era nuestra única diferencia. 

|Forgiven| Michael Clifford.Kde žijí příběhy. Začni objevovat