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Apenas pisó suelo coreano, JeongGuk se sintió desfallecer ahí mismo, frente a toda ésa gente con cámaras, siguiéndole, haciéndole preguntas. Mantenía la respiración con fuerza mientras avanzaba con su mochila en la mano, teniendo pensamientos negativos respecto a si se le caía el gorro en mitad del piso de adoquines. No era bueno pensar en ésas cosas, SeokJin le había dicho la noche anterior que si pasaba algo de ése estilo, simplemente pasaba y tenía que dejarlo ir. En su momento, le hizo sentido, pero ahora regresaba al país más exigente respecto a aspecto, en (puede) que todo el sector asiático.

Mientras se adentraba en la multitud, caminando con la mayor seguridad posible hacia el exterior del aeropuerto (donde un automóvil de vidrios polarizados le esperaba), escuchaba toda clase de preguntas, de gritos, de desesperaciones adolescentes. El corazón le latía errático, así como la vez en que ése fanático le había sacado una foto en plena cara. Eran cientos de personas sobre él, dejándolo con un sentimiento más vulnerable y detestable que saber que le veían, pero a través de una pantalla y una reja. Su mánager tomaba con fuerza uno de sus brazos, como esperando que la turba de gente no le afectara tanto con su agarre.

Sin embargo, así no funcionaban las cosas, y mientras más personas se acercaban, y más preguntas hacían, JeongGuk se ponía más nervioso. El señor Yang lo podía percibir, su ritmo sanguíneo se notaba más acelerado y el rostro no cubierto por la mascarilla se veía claramente más pálido de lo normal y/o habitual en el rapero.

- ¿Por qué ocultabas tu cara, Jeon?

- ¡Lo hiciste muy bien!

- Gay de mierda, no merecías ésa oportunidad.

- ¿Cuándo acordaron éste evento?

- Muérete.

- ¡Te amamos, precioso!

El muchacho miraba hacia abajo y avanzaba en silencio, de repente no podía dar más de dos pasos seguidos debido a la caótica multitud que lo apresaba. Respiración acelerada, demasiado cálida bajo la mascarilla. El dolor en todo su cuerpo. Su mánager y equipo siguiéndole el paso con lentitud. La gente. Gente por todos lados. Lanzándole palabras. 'Estúpido, imbécil, mariquita, idol de mierda, creído de pacotilla'. Lanzándole halagos. 'Hermoso, bien hecho, lo mereces, te amo, te quiero, vamos por más'.

Temblaba, lloraba en silencio, siempre mirando abajo, dejando que la tela de la mascarilla se llevara el flujo salado de sus lágrimas. Sus manos con los nudillos blancos de tanto apresar la tela de su mochila, los hombros agarrotados. Estaba cansado. Cansado de viajar, sí, pero también de soportar todo aquello desde hacía mucho tiempo. Aquella era la explosión de fama más grande que había sentido hasta el momento, y no le gustaba. Alguien le pisó los botines de cuerina negra. Una mano pequeña tiró de su brazo, como si se creyera cercana a él. En fin...

- ¿Qué te hace creer que la homosexualidad debería ser extendida de la manera en que tú lo haces? - un teléfono celular se puso debajo de su mentón, y él alzó la mano simplemente para apartar el aparato con suavidad, pero igualmente con un reto en la agilidad de sus movimientos. Por fin la multitud se disipaba, y aprovechando ésa mínima oportunidad, sus pasos se aceleraron con la finalidad de llegar al automóvil fácilmente reconocible.

Llegó a sentarse prácticamente corriendo, sus manos sin fuerza soltaron la mochila entre sus muslos. Las llevó a su cabeza, agachándola lo suficiente como para que la gorra de visera plana cayera sobre la mochila. Sus dedos agarraron con fuerza, a mechones, su cabello castaño. Tiró con fuerza del mismo mientras su boca liberaba sollozos, cada uno de ellos haciendo de su corazón un órgano más y más pesado. Tiraba del cabello. Tiraba con fuerza. Sacaba una que otra hebra. Sus ojos no le dejaban ver, su nariz se empapaba y era difícil respirar.

- ¡Gguk! - susurró el señor Yang a su lado. El rapero no hizo nada para hacerle saber que tenía su atención, pero sintió de inmediato que le abrazaban en silencio. Se sentía como un abrazo paternal, libre de culpa, de odio. Pero no quería, no lo quería. Quería espacio propio. Quería libertad, de pensamiento, de expresión, de movimiento. Quería respirar.

- A-aire... - sollozó patético entre los brazos de aquel hombre mayor. Se sentía horroroso. Una abominación. Sentía que el automóvil comenzaba a avanzar, ¿desde qué momento habían salido del aeropuerto? No importaba, le dolía el pecho, le dolían los ojos, las orejas, los labios, la garganta, los hombros, las piernas, todo.

El señor Yang se apartó, mientras le miraba preocupado. Sin embargo, JeongGuk no quería ninguna clase de mirada, veía la pena ajena que provocaba en el resto y éso no le gustaba. No le gustaba tener impresiones de debilidad frente a los demás, pero ahí estaba, llorando y teniendo un ataque de pánico porque la gente se le ponía encima. Era como salir frente a toda ésa gente que recibía en un concierto, pero ahora sin ninguna clase de seguridad, sin ninguna clase de respeto por lo ajeno. ¿Qué le importaba al resto lo que hacía él, siempre y cuándo no les afectara? ¡No importaba! ¡Nada! Pero actuaban como si tuviera toda la responsabilidad del mundo sobre sus hombros y éso le dolía hasta lo más profundo de su ser tan sensible.

Sintió que el aire acondicionado se encendía, y lo agradeció con pesadez. Intentó dirigir su mano hacia su bolsillo, donde descansaba su teléfono móvil, pero el señor Yang saltó de inmediato con sabias palabras:

- Será mejor que hables con él cuando estés en tu departamento.

JeongGuk asintió, sorbiendo su nariz y sintiendo los ojos arder. Recibió el paquete de pañuelos que una persona detrás suyo le ofrecía, aparentemente, y de inmediato lo usó desde la primera hasta la última hoja.

 Recibió el paquete de pañuelos que una persona detrás suyo le ofrecía, aparentemente, y de inmediato lo usó desde la primera hasta la última hoja

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tensión is building up
: (
final feliz o final triste?
no importa, igual viene su angst
😎🧜

JEON97 𐙚 来る . GGUKMIN AU.Where stories live. Discover now