TORBELLINO

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"Nos vemos en el corredor, antes de la intersección del sistema de comunicaciones. Probable falla del sistema. Urge hablar".

Fue el único mensaje que Daniel recibió a través de su comunicador personal. No necesitaba firma, sabía el remitente y firmarlo lo haría parecer personal. "Falla del sistema" le decía todo sin decir nada, pues nunca habían hablado sobre detalles técnicos. Había problemas si Arianna presentía que vigilaban las comunicaciones. Se riñó a sí mismo por hacer caso omiso de las notificaciones, el mensaje era de hacía veinte minutos, Arianna estaría en camino, o tal vez ya estaría esperándolo.

A menos que le hubiera pasado algo en el trayecto.

Si a Arianna le había sucedido algún episodio como el que había experimentado en el corredor con Darko, entonces sabía que sus pensamientos negativos estaban fundados y debería apurarse. Más valía preocuparse, con la esperanza de llegar pronto y encontrar que no había razón para ello.

Caminó por largos pasillos, cuyos muros proyectaban imágenes, escenas en movimiento de paisajes de su planeta natal, Cygnus. Las pantallas mostraban lo que parecía un interminable campo en flor, que luego estallaba en pedazos, como un vitral multicolor, al momento en que millones de seres translúcidos se elevaban como una ola barrida por el viento de la campiña.

"¿Así será el mundo de Arianna?", se preguntaba Daniel mientras caminaba entre esos millones de flores voladoras como telón de fondo. "No lo creo", se respondió. "Antares es un mundo terraformado en un porcentaje muy alto, al contrario de los cuatro Cygnus, que conservan más la flora y fauna autóctonas. "¿Qué será mejor? ¿Ir contra la naturaleza o a favor de ella? ¿Y qué es lo natural y lo artificial en una sociedad?".

Sumergido en el mar de sus pensamientos, la tormenta de la superficie pasaba por el momento desapercibida, la calma de las profundidades era reconfortante. Era preferible así, en lugar de imaginar miradas sospechosas en cada tripulante con quien se topaba, pensar que en cada vuelta podría encontrarse de nuevo con algún desquiciado que le recriminara sus sentimientos. Por fortuna, el tiempo dentro de sí pasó volando y pronto estuvo frente a aquella puerta que alguna vez lo ocultó del monstruo que ahora corría libre por ambas naves.

Le tomó solo un par de segundos acumular suficiente valor para abrirla. Cuando ingresó al pasillo, sintió que sufría un microinfarto, pues esperaba ver a Arianna y ella no estaba.

"Tranquilo. No puede estar parada ahí por mucho tiempo, esperando. Debe estar dando vueltas por ahí, para no llamar la atención": Decidió que lo mejor era continuar su camino hacia la otra puerta, la misma estrategia que debió haber tomado Arianna.

Tenia razón. Al traspasar el dintel del extremo opuesto, el corazón le dio un vuelco, esta vez por la razón opuesta, al ver que su chica se acercaba caminando, fingiendo que no lo había visto. Bajó la vista y vio su intercomunicador, simulando que recibía una notificación. Cuando Arianna llegó a donde estaba, ella lo saludó con formalidad y le indicó una imagen en la pantalla del cuaderno electrónico que llevaba en las manos.

‒ Camina hacia allá ‒le dijo mientras señalaba hacia el extremo opuesto del corredor por donde ella había llegado. La pantalla estaba en la página de inicio, Daniel entendió de inmediato. Comenzó a caminar a su lado y fingía estar atento a algún imaginario diagrama en el aparato mientras conversaban.

‒ ¿Tuviste problemas para llegar? ‒preguntó algo nervioso.

‒ Seguí una ruta larga, con muchos rodeos, para evitar problemas.

‒ No importa que camino seguiste, si al final te llevó a mí.

Arianna sonrió con una mueca mitad triste, mitad alegre.

Dos mundosWhere stories live. Discover now