Y más rumores

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Las compañeras del grupo con el que debió reunirse Arianna durante el partido no intentaron volver con ella, por lo menos no sin antes hacer planes de intermediarias. Esperaron a que se vaciara un poco el pequeño estadio. Annie estaba con ellas, pues se había reunido al final según un plan poco discreto. En teoría, no harían nada hasta que Arianna se reuniera con ellas. En la práctica, poco a poco, sin darse cuenta, se dirigieron hacia las habitaciones.

Mientras caminaban en un pasillo ancho que permitía que fueran las cinco en línea, la charla que todas parecían guardar como aire comprimido en sus pulmones, salió de manera repentina, pero natural.

‒ De verdad fue una lástima que le dieran un boleto equivocado a Arianna ‒dijo Alenia mientras caminaba abrazando por los hombros a Aria y Gabbi en gesto amistoso, como si estuviera ebria‒. Lo siento por ti, Annie.

Para estas alturas, Annie estaba enterada de la supuesta atracción que Arianna sentía por ella, y también había confesado que sus sentimientos iban en la misma dirección. Aunque al principio no se consideraba digna, las amigas de la princesa en exilio la habían convencido a fuerza de repetirlo, que Arianna misma les había confesado lo que sentía por ella.

‒ Eso está bien, no hay problema ‒dijo, mostrando un poco de nerviosismo‒. No hubiera sabido qué decir ni qué hacer. Me hubiera muerto de nervios.

‒ Estábamos en grupo, Annie ‒dijo Kary, que estaba al lado de Annie‒. Algo se nos habría ocurrido. No es necesario planear.

‒ Sí ‒Gabbi apoyó a su compañera‒, solo había que dejarse llevar por la charla. Y no te preocupes, te aseguro que, por más segura de sí misma que sea Arianna, cuando habla de ti se sonroja como una chiquilla que acaban de descubrir haciendo una travesura.

Eso provocó que Annie se sonrojara a su vez.

‒ De todas formas, no me tranquiliza.

‒ Lo entendemos ‒la consoló Gabbi‒, pero ya pasó, habrá otras oportunidades.

‒ Por cierto ‒dijo Alenia‒, ¿vieron a Arianna? Estaba del otro extremo y hablaba muy contenta con el chico que tenía a su lado. ¿Qué le habrá parecido tan divertido?

‒ Ve tú a saber ‒opinó Kary‒, hay tantas diferencias entre hombres y mujeres. Hasta el momento, todo lo que he descubierto me ha parecido, como mínimo, curioso.

‒ Sí ‒opinó Gabbi, con algo de timidez‒, al principio te ponen de nervios, pero luego es gracioso encontrar tantas contradicciones. Es divertido.

‒ Sí ‒dijo Annie, volteando a ver a Gabbi‒. Se les veía más que joviales.

A la más inquisitiva Aria no le pasó desapercibido el comentario de Annie.

‒ ¿Detecto acaso algo de celos?

Annie se sobresaltó.

‒ ¿Celosa de un hombre? Mmmm, no ‒y, sin embargo, el gesto de Annie no parecía muy sincero‒ ¿Qué se supone que debería temer?

‒ Sí, sí, un hombre no es competencia ‒se apresuró a decir Gabbi con toda buena intención, pero sus palabras no tuvieron ese efecto en Aria.

‒ ¿No lo es? ‒preguntó como especie de broma. Luego vio que su duda había ayudado a dibujar un gesto difícil de descifrar en las otras.

‒ ¿Insinúas que...? ‒comenzó a protestar Annie.

‒ ¿Por qué lo dices? ‒preguntó Kary.

Todas las amigas se detuvieron al mismo tiempo, como si una sargento les hubiera dado la orden.

‒ Por nada ‒se apresuró a aclarar Aria ‒, solo me vino a la mente.

Dos mundosWhere stories live. Discover now