Lo detuve.

—Conozco mi vida— me recosté un poco en la silla.

—Es asombroso todo lo que se puede saber de alguien a través de internet— sonrió—. Felíz cumpleaños, por cierto.

—Gracias— murmuré.

—¿Pedirá algo?— me pasó la carta y negué—. Es un regalo— insitió, y yo me volví a negar—. Bueno... Supongo que sabe porqué estoy aquí.

—Por Inna.

—Principalmente— asintió dándome la razón—. Pero resulta que este internado es mucho más interesante de lo que creí...— elevó las cejas—. Y usted me parece una pieza importante en este y otros casos.

Sus ojos color café parecieron brillar por un momento.

—¿Por?

—Los asesinatos están basados en sus libros, ¿no?— se inclinó hacia adelante y no respondí—. ¿Tiene alguna clase de trastorno psicológico que no se encuentra en internet?

Fruncí mi entrecejo.

—No.

—El 15 de septiembre falleció un estudiante— se detuvo por un segundo—, y de una forma peculiar, permítame decir. Pero lo más interesante de eso es que usted visitó este internado ese mismo día para confirmar su inscripción— comentí mirándome fijamente, esperando alguna reacción de mi parte, supuse—. 17 de septiembre, primer día de la gran Mía Pepper dentro del internado, segunda muerte dentro del mismo— se mantuvo en silencio esperando alguna clase de participación de mi parte en su monólogo, pero no recibió respuesta alguna así que continuó:— 28 de septiembre, primera fiesta de Mía Pepper, muerte de Inna Pasternaka.

Bajé lentamente la mirada hacia la carta para evitar un poco la tristeza. Podía ser un tema que recorriera mi mente todas las noches, pero eso no evitaba que el dolor y la incomidad permanecieran allí.

—¿Y por esas razones me mandará a la cárcel?— pregunté sin elevar la vista, pero Renzo no contestó—. Creo que voy a querer un té de manzana.

Había sonado muy segura de mí, pero realmente solo quería reunirme a llorar con mi hermano. No quería ir presa a mis dieciocho años por crímenes que no había cometido.

Elevé la mirada, él me contempló y se recostó en su asiento.

—Usted sabe que si así fuera solo me tomaría el tiempo de hablar con usted luego de tenerla tras las rejas— tomó un sobro de su bebida—. Y aunque podría colocarla ahora mismo como acusada principal, es muy obvio que tiene cosas más importantes que hacer, como escribir un libro de romance, buscar a su hermano o escapar de la presencia de su padre— acotó. DDetuve mi mirada por unos segundos sobre la suya tras oír eso—. Pero realmente la contacté porque sabe todo sobre sus libros, y no me hará desperdiciar tiempo al leerlos.

—Dicen que no son tan malos— acompañé mi única respuesta con una sonrisa apenada.

Era obvio que me tenía bien investigada.

—Seguro también se está preguntando porqué razón ayudarme— volvió a inclinarse hacia adelante—. Seré breve. Yo soy comprensivo y quiero encerrar al verdadero criminal pero, por otro lado, en cuanto Mary no pueda seguir pagando a los medios de comunicación y la información cause pánico, los policías van a querer encerrar a la presa más fácil, y esa es usted.

MelifluaWhere stories live. Discover now