Capítulo 75: Nervios a flor de piel

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—Ese hombre lo único que ha hecho ha sido darle la vida a mi hija pero no es su padre, un padre es quien cría, quien está a su lado en las buenas y en las malas y eres la única figura paterna que conoce; la única y la mejor. Eso, claro, si es que quieres serlo.

—Claro que quiero serlo, pero no puedo evitar pensar en que él fue una persona muy importante para ti. Puede ser un idiota pero te salvó la vida cuando yo casi te la destruyo, los sentimientos a veces no desaparecen tan rápido y lo entiendo, de verdad que sí pero no puedo dejar de...

—¿Quieres saber de verdad qué pasaba por mi cabeza mientras lo escuchaba?

—¿Quiero?

—Cuando terminó de hablar, no podía dejar de buscar alguna razón que justificara mi amor por él y no la encontré. Sinceramente, no puedo creer que estuve enamorada de ese idiota por tanto tiempo, no puedo creer que le escribí cartas, ¡que lloré por él! Solo es un cobarde, no es nadie en mi vida y así será por el resto de mis días. Prometió que desaparecería de nuestras vidas y sé que lo hará. 

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque lo amenacé.

Se vuelve a quedar en silencio y yo también, creo que ya no hay nada más que decir. Intentamos cambiar el tema pero todo suena bastante forzado por lo que a los pocos minutos, invento que debo comenzar a preparar la comida de Cassia y cortamos la comunicación.

***

El timbre suena una vez más y se me erizan los vellos de los brazos, ¿cuál es la posibilidad de que haya vuelto después de casi cuatro horas? ¿Y si son los hombres que lo están buscando y vienen por nosotras?

Comienzo a mirar hacia todos lados en busca de alguna salida pero la única forma de hacerlo es por la puerta o saltando del quinto piso por la ventana. Me obligo a tranquilizarme, voy a dejar a Cassia a su habitación y le ruego que no haga ruido, supongo que me entiende ya que lleva uno de sus deditos a la boca en señal de silencio. Le doy un beso en la frente y salgo a enfrentarme con quien quiera que esté del otro lado. Tomo una lampara antes de abrir la puerta y la levanto mientras doy una especie de grito de guerra, bastante patético, debo reconocer.

Me encuentro frente a frente con esos ojos color caramelo y suelto un enorme suspiro de alivio. Diego da un salto hacia atrás ante mi ataque pero no pasan demasiados segundo antes de que me abalance y rodee su cuello con mis brazos, no tiene una idea lo mucho que me tranquiliza que esté aquí.

—¿Planeabas partirme la cabeza con la lámpara?

—Podría hacerlo por no haberme avisado que vendrías, casi me da un ataque.

—Lo siento, vine lo más rápido que pude y hoy ya me regañaste una vez por hablar por teléfono mientras conduzco.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué te parece? Vine a proteger a mis dos princesas.

—¿Y por qué entonces no has besado todavía a la princesa mayor?

Acerca sus labios a los míos y por unos segundos me pierdo en ellos, luego vuelvo a la realidad y cierro rápidamente la puerta detrás de nosotros. Después de que va a saludar a Cassia, nos sentamos en el sillón y paso la siguiente media hora volviendo a contarle la historia, esta vez con muchos más detalles. Él escucha paciente y hace alguna que otra pregunta de vez en cuando.

—Gracias por venir —lo vuelvo a abrazar con todas mis fuerzas y a diferencia de Cassia, no se queja—, necesitaba tenerte a mi lado.

—Lo sé, me quedaré hasta el martes en la mañana.

—¿Cómo que hasta el martes? ¿Y tu trabajo?

—Pedí el lunes libres, dije que eran temas personales y no preguntaron nada más. Además, hay algo más.

—¿Qué?

—Tu padre me llamó cuando venía hacia acá, dijo que el lunes estarían los resultados de ADN de Cassia.

Eso me paraliza, no creí que todo fuera tan rápido. Hace unos días, tuve que llevar a Cassia al laboratorio privado Biogenetics para realizar una prueba de ADN, necesaria si queremos que nos dejen cambiar los datos de mi hija. No sé cómo resultará todo eso pero no dejo de rezar —cosa que no hacía hace años— y pedir que todo salga bien por una vez en la vida.

***

El lunes llega antes de que pueda prepararme psicológicamente, me ausento a clases porque tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos. El abogado que contrató papá, nos está esperando en la entrada del laboratorio y nos da un poco de espacio para cuando nos entregan el dichoso sobre. Lo abro con rapidez y me salto todas las cosas que no entiendo hasta llegar al resumen de los resultados, suelto un suspiro antes de leer en voz alta.

«El presunto padre, Diego Sebastián Gassmann Errázuriz no puede ser excluido como el padre biológico del menor probado, Cassia Trinidad Grayson. Basándose en los análisis de loci STR listados arriba —mi voz se comienza a volver cada vez más aguda—, la probabilidad de paternidad es 99,99999999%.»

Salto a los brazos de Diego y nos abrazamos, no sé qué habrá hecho mi padre y soy consciente de que estamos rompiendo varias leyes pero nada de eso me importa, lo importante es que mi hija es una Gassmann y tenemos los papeles que lo afirman, ahora ya nadie podrá dudar de eso. Estaremos bien.

—Lo hicimos —susurro en su oído y no puedo evitar besarlo.

—Nunca tuve dudas de que fuera mía —dice en voz bastante alta y el médico y el abogado se dan una mirada significativa, supongo que toda la situación les da un poco de risa. Después de todo, la gente adora las historias llenas de drama y quién se iba a querer la de la madre joven que no sabía si el padre de su hija era su novio o su ex novio muerto.

El abogado nos anuncia que la audiencia en el juzgado la tendremos el viernes, pero que con la prueba de ADN positiva ya está casi todo listo. Me sorprende las muchas cosas que puede hacer un poco de dinero, en cualquier otro momento me habría quejado de que por eso el país está como está pero ahora solo puedo pensar en el bienestar de mi hija. Rompería mil reglas, mil leyes por ella sin dudarlo ni una vez, supongo que eso es lo que significa amar incondicionalmente.

Volvemos al departamento a buscar un par de cosas para luego ir a celebrar a algún lugar y cuando ya estamos por salir, mi teléfono suena por un mensaje. Me acerco a verlo y me doy cuenta de que es Kiara.

«Necesito hablar contigo urgente, ¿podemos juntarnos?»

Mi novio nota en seguida que el mensaje me tensa y se acerca a mí. No sé qué querrá decirme ella pero no sé si tengo las fuerzas para escucharla.

«¿Pasó algo?»

Sus siguientes palabras me dejan paralizada y el teléfono se me cae de las manos.

«Benjamín está en la cárcel.»

Cartas a BenjamínWhere stories live. Discover now