Capítulo Veinte: Cautivante

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Capítulo veinte: Cautivante.

Edmun.



Mayormente soy un hombre de pocas palabras, soy más del tipo que actúa. Hasta hace poco las palabras no lograban afectarme o tener un impacto. Pero viene Valerie Evans con su "todavía quiero acostarme contigo" y cambia las cosas.

Su mirada se mantiene en mi rostro, golpeo con mi índice mi boca ordenando mis ideas y sobre todo lidiando con las reacciones de mi cuerpo. No estoy muy seguro de si la hermosa mujer frente a mí tiene conocimiento sobre cómo puede elevar la temperatura de un hombre que hasta hace poco se consideraba más hielo que fuego.

Con lentitud veo como sus labios se estiran en una sonrisa, da un sorbo de su té como si pretendiera ocultarla.

— ¿Qué? —pregunto y estoy seguro de que mi ceño está fruncido.

—Me gusta cuando parece que piensas qué decir ante mis palabras.

—Te hace sentir poderosa —asiento.

—Yo soy poderosa.

Y de alguna manera tal declaración me hace querer sonreír. Los latidos de corazón rápidos, nudos en el estómago y alegría inexplicable son emociones que para mí se sienten como un visitante lejano. Los experimenté bastante joven y ahora parecen resurgir con fuerza a mi edad adulta. Es molesto e irritante, no se controla y se apodera de mi sistema, pero tiene un regusto placentero. Es como una sensación que se vuelve fuego en mis venas, electrizándote mi sangre y lo que antes era solo un lienzo con gris, se pinta de colores. Me desconcierta y me es ajeno lo que siento, sin embargo, me embarco en ello con interés de descubrir cuáles serán los resultados de tantos colores.

—Sí, tienes mucho poder. Es agradable descubrir que lo sabes —Hago mi silla hacia atrás y me pongo de pie bajo su atenta mirada—. Estoy entendiendo que por acostarte conmigo te refieres a más que dormir.

—Tu mente no es tan inocente como para pensar que hago referencia a dormir. No hay tanto aire angelical en ti.

—Vaya, vaya. Parece que niña buena encontró sus garras y hace uso de ellas —Sonrío—. Me gusta.

Bajo su atenta mirada camino y rodeo la mesa, me detengo detrás de ella. Mis dedos toman mechones de su cabello, ella inhala con profundidad. Mis dedos atraviesan la suavidad de su cabello hasta llegar a su cuello, con el dorso de ellos acaricio y noto como los vellos de sus brazos se erizan. Es receptiva y lo más importante: no me aleja.

Mis dedos acarician los laterales de su cuello y cuando llego a sus hombros, mis dedos se cuelan por dentro de las mangas de su vestido; las bajo un poco, lo suficiente para que la piel suave y de porcelana de sus hombros quede al descubierto. Me agacho y llevo mi boca a su cuello, se estremece...Yo también lo hago.

—Tus padres crearon una obra de arte que no aprendieron a admirar —susurro contra su hombro—. Estás llenas de colores, eres invaluable.

Y tal vez eso sea lo más cercano al concepto convencional de dulce que obtendrá de mí, porque aunque soy consciente de que merece palabras liricas, adornadas y rosas, no soy un hombre que arroje muchas de ellas. Me gusta ser conciso y directo. Me gusta transmitir mis opiniones en pocas palabras. Soy un buen pensador, pero soy consciente de que ser un orador no es mi fuerte.

Ella ladea su rostro hacia mí, nuestra mirada se encuentra y con lentitud me regala una pequeña sonrisa. Su mano viaja a mi mejilla donde la barba seguro pica en su palma, pero no se queja, creo que le gusta. Su pulgar delinea la curva de mi boca.

El Secreto de su Arte (#3 Saga InfoNews)Where stories live. Discover now