Capítulo Diecisiete: Celebrar las diferencias.

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Capítulo diecisiete: celebrar las diferencias.



Me acerco a Michelle con dos tazas de té en mis manos, le entrego una y junto a él me dedico a ver desde la amplia ventana de mi sala de estar, una de las tantas vistas que puede otorgar Londres.

—¿Es lo correcto, Val? —susurra con la vista en la ventana mientras da un sorbo a su té.

Entiendo a qué se refiere incluso aunque no me lo diga, lo observo y doy una ligera sonrisa que atrae algo de dolor a mi pómulo amoratado, algo que no me permite eludir el hecho de que mi propio padre me haya golpeado. Quizá solo debería comenzar a llamarlo Valter, no puedo seguir llamando padre a alguien que no se ha comportado como uno en mucho tiempo, o tal vez nunca.

—Lo correcto es relativo en algunas ocasiones —digo, él voltea a verme—. No creo que intencionalmente tus decisiones dañaran a alguien, por como lo veo, los afectados solo son unos padres incompresibles que ni siquiera intentaron entenderte —Solo miro cuán magullado luce por la golpiza que Valter le dio—. Si te preguntas si es un error que decidiera traerte conmigo, yo no lo creo. Estoy feliz, además, ahora no estaré sola en casa, de hecho creo que me aprovecho para acapararte.

Sus ojos grises se humedecen y esas largas pestañas oscuras también lo hacen, suspira y vuelve la vista a la ventana.

—Si no te hubiese llamado, no estuvieras ahora con ese moretón.

—Los hubieses son uno de los peores torturadores desde siempre para la humanidad —Vuelve a observarme—. ¿No te sientes un poco más libre Mich? Yo no te pido que escondas quien eres, tus gustos, a quién ames. Yo solo te pido que no temas a ser feliz.

La última frase de las palabras que le doy, me llega. No temer a ser feliz, ¿Cuánto tiempo yo he estado temiendo de lo desconocido que podría exactamente hacerme feliz? Somos buenos dando consejos, no tan buenos cuando debemos tomarlos.

—Soy normal —Ríe—, lo que me sucede, no necesariamente implica que sea femenino, que no está mal si alguien quiere serlo, pero yo soy el mismo —Hace una pausa—. ¿No crees que esté pasando por una fase?

— ¿Quieres creer que es solo una fase?

—Tengo miedo, Valerie. Tanto. No te haces una idea lo que se sintió comenzar a experimentar todas estas emociones por lo que me enseñaron es incorrecto, pecado. Ahora que la libertad se extiende, tengo miedo de cómo usarla. Tengo miedo porque ni siquiera sé quién soy.

Suspiro y al igual que él veo el tráfico abajo, el paisaje bonito pero melancólico que nos ofrece Londres hoy con su lluvia.

—Yo tampoco sabía quién era —Le digo—, no fue fácil ¿sabes? Valter nos dio una identidad, una doctrina que seguir y cuando ya no estuvo para darme órdenes y me enfrenté a este mundo, sobre todo en el medio artístico, fue muy duro. Hasta no hace mucho, no tenía ni idea de qué lugar ocupar en el mundo.

»Aún me falta muchísimo por descubrir de mí, pero las piezas que he ido armando las he amado. Poco a poco te encontrarás contigo mismo, Mich. Sentirás miedo del mundo que ahora se abre ante tus ojos, pero puedes con ello.

—Como lo dijo Denise, te admiro y gracias por ayudarme en este paso, tengo mucho miedo, pero me ayuda saber que si estiro mi mano —Lo hace y toma la mía—, tomaré la tuya y sentiré tu apoyo.

»Gracias por no rendirte conmigo cuando la terquedad y prejuicio me envenenó, por esperar a que sanara y entendiera que eres dueña de tu vida. Gracias por esperarme, Val. Significa mucho por mí.

El Secreto de su Arte (#3 Saga InfoNews)Where stories live. Discover now