Suelto una pequeña risa mientras asiento. ¿Quién lo diría?

—Esperen ¿Ustedes ya se conocían? —inquiere Jack con confusión mirándonos con extrañeza a su madre y a mí.

—Oh, Sí. ¿Recuerdas la vez que había chocado con una chica en el centro comercial? Pues al parecer, Montserrat era aquella chica.

Antes de que él pueda decir algo, otra voz se hace escuchar en el lugar. Esta vez, cuando volteo, se trata del padre de Jack.

Es un hombre imponente, su porte y semblante son elegantes y una sonrisa —que está lejos de ser sincera—adorna su rostro.

—Montserrat Lewis, es un gusto conocerte.

Y yo, a pesar de que quiero responder algo, lo logro hacerlo.

Después del incómodo encuentro en el que había conocido al padre de Jack, me las había ingeniado para poder aparentar comodidad durante la comida

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Después del incómodo encuentro en el que había conocido al padre de Jack, me las había ingeniado para poder aparentar comodidad durante la comida.

La señora Morgan era sin duda verdaderamente amable, se preocupaba con que me sintiera cómoda y no dejaba de hablar sobre la emoción que le causaba ser abuela. Me había cuestionado también sobre todo lo relacionado con mi embarazo, me había llenado de innumerables tips de los cuales ahora no lograba recordar ni la mitad y me había compartido las experiencias que ella había tenido en sus dos embarazos.

Adler había llegado aproximadamente una media hora después de nosotros, gracias a él, el ambiente se había vuelto más ligero.

El padre de Jack había permanecido sorprendentemente en silencio, sin embargo, las miradas que me dedicaba me hacían sentir incómoda. Sabía que no estaba feliz de verme, aunque quisiera aparentar lo contrario, no sé qué es lo que le había dicho a Jack para convencerlo de que estaría feliz con mi visita, pero había mentido.

El hombre me detestaba, era demasiado evidente y no lograba entender porque los demás no lo notaban.

A pesar de que la madre de Jack y Adler lograban hacer el rato agradable, yo no podía dejar de esperar que el momento de marcharnos llegara. Y gracias al cielo, no tarda mucho tiempo más en llegar.

—Creo que deberíamos irnos ya —pronuncia Jack mientras se incorpora de la mesa. —¿No lo crees linda?

—Sí, nos disculparán, pero me encuentro algo cansada—. Me excuso.

—Claro cielo, solo espero que nos regreses a visitar seguido —Oh si, seguro. Vendría cada semana, se lo aseguro.

Le dedico una sonrisa forzada mientras asiento.

—Nos vemos Montse —Se despide Adler, el padre de Jack se incorpora y me tenso.

—Los acompaño a la salida —dice haciendo un ademán con una de sus manos. A pesar de que quiero decir que no hace falta, permanezco callada.

Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora