8.- Sorpresas (*)

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Montserrat 

Camino de un lado a otro de la habitación en la que me encuentro, me siento nerviosa, ansiosa, aterrorizada.

¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Cómo pude ser tan descuidada?

Miro por enésima vez el reloj que se encuentra colgando en la pared. Los segundos parecen transcurrir con lentitud y yo me muero de la angustia.

Cinco minutos Montserrat, solamente cinco minutos, me repito mentalmente. Siento como si algo pesara sobre mis hombros, como si una carga invisible estuviera posada sobre mí.

No se escucha nada más en la habitación, solamente el sonido de mi respiración totalmente pesada. Cierro los ojos mientras me dejo caer sobre la cama de mi habitación. Pasados algunos segundos miro en dirección a la puerta del baño, a tan solo unos metros de mí se encuentran sobre el lavabo dos pruebas de embarazo.

¿Qué es lo que haré si resulta positivo? Cuando la alarma de mi celular suena indicando que los cinco minutos han trascurrido, me sobresalto. Tomo mi celular con rapidez sintiendo mis manos temblorosas y guardo en el bolsillo de mis jeans.

Mis pies se mueven solos, camino en dirección al baño sintiendo mi corazón bombear con furia dentro de mi pecho, sintiendo mis pasos temblorosos.

—Tú puedes Montse —susurro para mí misma—. Tú puedes.

A pesar de que me lo repito una y otra vez intentando convencerme, no lo consigo. El miedo comienza a abrirse paso en mi sistema, llenando hasta el último rincón. Me detengo justo en la puerta del baño, desde donde me encuentro poso mi mirada en el par de artefactos que esperan para revelar el resultado.

Me acerco con lentitud, con movimientos temblorosos tomo ambas pruebas y observo el resultado.

Las dos marcan exactamente el mismo resultado.

Positivo.

No —Susurro aterrorizada.

Es como si un balde de agua fría hubiese caído sobre mí, congelándome por completo. Las paredes parecen cerrarse a mí alrededor, y el ambiente se torna demasiado pesado.

Me dejo caer sobre mis piernas, no sé en qué momento he comenzado a llorar, pero ahora mismo no puedo detener las lágrimas que ruedan por mis mejillas.

Sollozo aún en el suelo, un nudo se ha instado en mi garganta y aprieta tan fuerte que comienza a doler. Mi pecho quema, y no sé qué es lo que haré en estos momentos.

Con movimientos temblorosos saco el celular que momentos atrás había guardado en mi bolsillo y busco el contacto de la única persona a la que se me ocurre llamar.

Cierro los ojos, no puedo dejar de llorar, aunque lo intento. Comienzo a creer que no va a responder cuando lo hace, y la cálida voz de mi mejor amiga me llena por completo.

—Hola Montse ¿Qué sucede? —Cuestiona a penas descuelga la llamada.

—Anna...—Sollozo sin poder evitarlo.

—¿Qué es lo que pasa Montse? ¿Estás llorando? —Inquiere con preocupación.

—Anna...estoy embarazada — Y pronunciarlo en voz alta, lo hace más real, más aterrorizante de lo que ya es. 

 

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Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora