D I E Z

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Narra Kevlex

Maldito lunes, mil veces maldito, odiaba ir a clases, soy muy buen alumno pero odio ir a la escuela.

Me levanté con pereza de la cama y fui a la cocina por un vaso de agua, alcance a escuchar como salían del apartamento de enfrente, me imagino y están saliendo para llevar a mis hermanos a la escuela, me sentía culpable por lo que pasó ayer, pero nadie debe saber que llevo una relación de amigos con ella, se burlaran de mi, todos lo harán, pero en fin.

Me metí en la ducha y deje que el agua caliente cayera sobre mis hombros empapando todo mi cuerpo y así me quedé durante unos minutos, salí y me vestí, salí de la casa rumbo al instituto, mientras iba en camino me encontré con Tn y los niños caminando hacia la escuela de ellos, Diego me vio y me grito, me estacióne junto a ellos.

—Vamos, suban yo los llevo.

—Vamos Tn— dijo Carla a la chica que permanecía inmóvil, se veía tan mal, como si hubiera estado llorando toda la noche.

—No, vallan ustedes, yo iré caminando— dijo despidiéndose de Diego —los veo más tarde ¿Vale?.

—Esta bien— dijeron al unisono.

—Puedes venir, anda sube— la invite y en ese momento ví que se aproximaba Rebbeca con una de sus típicas faldas de... ya ustedes sabrán de que.

—No, gracias— dijo y continuo caminando, su pelo agarrado en un moño alto y esa falda negra tres dedo arriba de la rodilla, su blusa blanca de botones con esa chaqueta de cuero que se le veía tan bien y sus botas largas hasta la rodilla, se veía tan bien, de pronto volteó y dijo —deja de verme y abrele la puerta a tu novia.

En ese momento arranque el carro dejando a Rebbeca ahí, sola en estado de shock por lo que hice.

Después de varios minutos llegué al instituto y ahí estaba ella, Tn tan feliz con sus amigos que parecía estar tan bien, pero yo sabía que no era así, que había estado llorando y tal vez por mi culpa, pero si tan solo no hubiera dejado que Rebbeca me besara, si tan solo la hubiera apartado, pero el hubiera ya no existe y si no me deja explicarle no hay nada que hacer.

¡Dios! Pero es que me encanta estar con ella, todo de ella, el aroma que dejó en mi piel es imposible de quitarlo, tan solo es ella y nadie mas, es ella misma, se expresa como quiere y no le importa lo que digan los demás.

Entramos al aula de clases y yo no hacia nada más que mirarla, ella solo me ignoraba cuando se percataba de eso, pero está chica ¿Qué hizo en mi? No lo sabia pero tampoco quería saberlo, y mucho menos quería averiguarlo ya mucho tenía con tener que aguantarla todos los días.

De pronto un trozo de papel rosa llego hasta dónde me encontraba y cuando lo abrí “deja de mirarme” tenía escrito aquel papel, instintivamente voltee a donde ella se encontraba mirandome fijamente, no lo pude evitar y es que era como si por dentro sintiera mil emociones por ella y por fuera estuviera tan duro como una piedra y le contesté frente a todos en esta aula de clases.

—No te hagas la importante— dije poniéndome de pie —que este volteando para allá no significa que te esté viendo a ti— me fui acercando más y más a ella —ademas, a ti no hay nada que ver, estás tan plana como una tabla, ni quién quiera estar contigo.

—Pues eso debiste pensarlo antes de acostarte conmigo— dijo poniendose de pie para salir del salón y es que no me importó que el profesor estuviera ahí para decirle esas cosas.

Amor Prohibido /Kevlex Y Tú/Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt