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El menor, tecleó a una velocidad de la luz las letras en el teclado táctil de su teléfono anterior con un pin diferente. Hechas las oraciones, cerrando los ojos fuertemente y con el dedo pulgar, dio a la flechita de Enviar.

No había marcha atrás.

El trabajo que tanto le costó hacer en mucho tiempo anterior, lo había realizado con éxito y con la mentalidad de dar a conocer su verdadera identidad. Ya era la hora, ¿no?

Decidió mostrarse de una buena vez, no ser tan cobarde y ser visto por su mejor amigo y amor platónico ya que siempre pensó que era imposible que sus sentimientos fueran correspondidos. Sufrió bastante hasta darse cuenta que necesitaba contarlo, también hizo dudar a su corazón; cosa que no debió ya que le molestó y se arrepintió más tarde.

Sus padres, a parte de pegarle e insultarle, últimamente le estaban presionando más con las tareas y el estudio, no querían que su hijo además de ser un asqueroso gay de pacotilla, fuera un fracasado en la escuela con bajas notas. Ellos, buscaban sin cesar una casa para el menor y que este se fuera a vivir lejos de los dos cuanto antes.

Sintiendo miles de latidos chocar contra su pecho constantemente por el nerviosismo, echó aire provocando un suspiro cargado de impaciencia. ¿Le responderá rápido o le dejará en visto? Suponía la segunda opción.

Yo soy la segunda opción de todos.

Pensó encogiéndose en el sitio y decidiendo no ir a las clases de toda la mañana, tal vez eso sería mejor.

Su tarde estaría llena de sorpresas.

Mensajes de madrugada °SeungLix• Where stories live. Discover now