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–   Hey – susurré, sin despegar mis labios de los suyos.Wow, si que estoy haciendo un esfuerzo tremendo en separarte de él. Mis manos se posaron en su pecho bien formado. Él tenía sus manos en mi cintura y poco a poco me acercaba a su cuerpo. Amaba la sensación de sus labios junto los míos, es inevitable.

–   Esto es muy difícil para mí, porque no sabes muchas cosas sobre mi vida. Lo único que quiero es tiempo, pero...

–   Pero ¿qué? – contesté cuando este se quedó callado.

–   Pero creo que estos momentos no puedo alejarme de ti.

No basto más para volver a lanzarme a sus labios. Lo sé, soy una intensa de primera y tal vez pueda que parezca una loca con mis cambios de humor, pero ahora sabía que podía estar con Randall. ¿Desde cuándo empezó esto? La verdad no tengo idea, no sé en qué momento el pejelagarto comenzó a ganarse mi corazón.

–   ¿Por qué tienes unos labios tan adictivos? – su comentario me hizo reír.

–   Mis labios no son adictivos, son comunes y corrientes.

–   Te aseguró que no lo son – sonrió de lado, amaba eso – y son adictivos para mí.

–   ¿No te sientes extraño? – pregunté separándome.

–   Te aseguro que si – reí – no creía estar así contigo, al menos no por ahora.

Randall se sentó en la cama, me coloque en su regazo y continuamos con unos leves e inofensivos besos. Por dios, pasaría todo el día besándolos, dimos intensidad al beso, dejando entrar a nuestras lenguas. Siento que si no parábamos esto iba acabar en otra cosa.

- ¡Ay dios mío! – el grito de Wendy hizo que me separara de Randall.

En la puerta se encontraba Wendy, Corey, Dallas y Raquel. Todos merecían una foto por las caras que habían puesto. Algo apenada me quise levantar de las piernas de Randall, pero este me sostuvo fuerte para que no pudiera hacerlo. Tenía una sonrisa en el rostro, como si no le importara que nuestros amigos nos vieron en una situación algo privada.

–   No...no es lo que parece – exprese riendo nerviosa.

–   No, nada más se andaban explorando sus bocas por tercera vez – sonrió Corey. Su comentario hizo que me pusiera roja, mientras Randall se mantenía serio.

–   Nosotros nos vamos, ustedes sigan con lo suyo – comentó Raquel – usen protección – rieron.

– ¡Lo sabía bro! – gritó Dallas, cuando ya habían cerrado la puerta.

–   ¿A qué se refiere? – reí.

–   Es una larga historia.

–   Tenemos tiempo, anda cuéntame– insistí. Se hizo para atrás, recostándose en la cama y yo me acosté a su lado.

–   Durante estas semanas, me ha estado molestando, más bien, todos los chicos.

–   ¿Molestando? ¿Por?

–   Contigo, creo que ellos me hicieron ver, sobre todo Dallas, lo que sentía por ti. – me miró, acaricio lentamente mi cabello – Yo solía negarlo.

Vuelve a mí (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora