Capítulo 25

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"Yo no pedí sentir esto por ti, te fuiste metiendo poco a poco y ahora no sé qué hacer con eso, con esta necesidad de saber de ti, de pensarte, de sentirte, de amarte..."

Gabriel García Márquez.

Gilbert golpeó la puerta del estudio de Andrew con sus nudillos.

—Adelante.

—Lord Vane, ha llegado correspondencia para usted.

William desde el escritorio de Andrew extendió su mano para recibir de la bandeja de plata las cartas y las notas. Gilbert hizo una corta reverencia y salió de la estancia dejando a William revisar cada una de ellas. Tomó la pila en sus manos y fue depositando con cara de fastidio cada una en el escritorio, hasta que llegó a una cerrada con cera, pero sin sello. Frunció el ceño y apretó sus ojos mientras desesperadamente rompía el lacre y la abría temiendo lo peor.

"Lord" Vane:

No puede huir... entienda que estoy al tanto de todos sus movimientos. No hace falta que me extienda demasiado en explicaciones vanas. Usted sabe, y yo sé que su secreto vale mucho... mucho. Si duda cuánto, pregunte a su madre que de seguro sabrá ponerle el precio.

Pronto le enviaré las indicaciones pertinentes de cuánto y dónde.

William tragó saliva nervioso, y llevó su mano a su mentón mientras arrugaba el papel y lo escondía en el bolsillo de su levita. Se detuvo a pensar un momento mientras la ira se apoderaba de todo.

No eran muchos los que estaban al tanto de su viaje y del lugar donde se encontraba, incluso hacía muy poco que habían llegado, por lo que la carta debía haber salido hacia LightHouse antes incluso de que él llegara. «Es alguien cercano... »

Estaba ensimismado en sus cavilaciones sobre conjeturas, sospechas y peligrosas consecuencias cuando Julianne abrió la puerta.

—Buen día Lord Vane. —Sonrió —¿Ha visto a su hermano?— William frunció el ceño y fastidiado respondió.

—Lady julianne, lamento informarle que no... pero asumo que estará codeándose con los campesinos y metiendo las uñas en la tierra. —ella enarcó las cejas ante esa respuesta, aunque en realidad estaba al tanto por sus actitudes desde que habían llegado, que efectivamente Andrew debía estar en esas cuestiones.

—Lo siento si lo he molestado Milord...

—No es eso... lo siento si la he tratado de manera brusca o inadecuada, pero en este instante necesito con premura hablar con mi madre. Mis disculpas nuevamente. —se puso de pie y salió de atrás del escritorio mientras caminaba decidido a encontrarse con Lady Vane, que para ese instante, se encontraba en la sala bordando con Lady Percy y Lady Waldow. Suspiró fastidiado y se encontró con Liam en la Biblioteca, quien conversaba animadamente con Charles.

****

Andrew había tomado la azada, y desmalezaba descargando sobre la hierba silvestre toda la energía que debía canalizar en algo más que pensar en ella. Estaba hastiado de soportar a su hermano y se arrepentía de haber invitado tanta gente a la casa. Extrañaba los primeros días en LightHouse, donde la casa se oía calma y silenciosa, donde podía levantarse temprano en la mañana y disfrutar de un buen desayuno antes de volcarse de lleno al trabajo y la tierra, recorrer los campos con Macario y sentir la paz de no saber nada de lo que ahora conocía y que lo alertaba, lo turbaba, lo confundía. Aquella mañana se había convencido que debía comenzar el día concentrado en Julianne, tal vez así, aclararía sus ideas y calmaría un poco sus pensamientos, pero se levantó, hizo el intento de esperarla para desayunar, de invitarla a dar un paseo por el jardín, de llevarla a la playa a caminar, y todo fue en vano, pues se encontró a sí mismo, sentado a la mesa, con el desayuno terminado hacía rato, con el sol ya alto y ella aún dormía. Suspiro desilusionado, subió las escaleras y se cambió para trabajar la tierra, detestaba perder el tiempo y aquella mañana estaba perdida casi por completo. 

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora