Capítulo 16

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"No hay encanto igual a la ternura de corazón"

Jane Austen

Salió por la puerta trasera de la cocina y caminó hacia la leña. Se agachó, mientras notaba que allí estaba el cuenco vacío y aquellos ojos oscuros.

—¿Estaba bueno? Imagino que sí. ¿Quieres salir? Ven, ven acá... —golpeó levemente su pierna llamándolo y se movió un tanto dubitativo. —Vamos, ven que quiero conocerte —dijo con voz cariñosa.

Poco a poco salió de su escondite. Tenía el pelo enmarañado y sucio, estaba un tanto delgado. Se acercó despacio a ella oliendo sus manos, sus piernas y su ropa mientras ella se mantenía muy quieta.

—Eso es amigo... ¿tienes nombre? —acarició su cabeza despacio y él se acercó aún más a ella. Lo rodeó con su mano, acariciando detrás de sus orejas y el lamió sus antebrazos y movió su cola de un lado a otro. —Pienso que podrías llamarte Buddy. ¿No te gusta?... Mmm... a mí tampoco... tiene que ser un nombre con personalidad. —seguía acariciándolo y él se acercaba a ella con cariño. —Peludo ¿Te gusta? Muy bien, será Peludo. —Acarició su cabeza y él se sentó a su lado. —Ahora debo irme, pero prometo volver cada vez que pueda —dio dos golpecitos cariñosos sobre sus orejas y él hizo un pequeño aullido. Abi sonrió y caminó de nuevo a la casa antes que notaran su demora y Gilbert le llamara la atención.

Limpiaron las habitaciones y dejaron las de huéspedes listas, en pocos días estarían los invitados de Andrew y la casa repleta de personas. Cuando al fin terminaron, se acercó a Dorothy.

—Señora Dorothy, ¿tendrá usted hilo, aguja y alguna tijera?

—Creo que sí Gillian, espérame un momento y enseguida te las doy. —se volvió hacia una caja que tenía guardada en un recoveco y de allí sacó una tijera, aguja, e hilo blanco. Abi frunció el ceño, pensativa.

—Tendré que comprar en el pueblo, es para remendar unos vestidos que me dieron y necesito otros colores. —Dorothy asintió.

—Esto trajo Robert del pueblo esta mañana. —le acercó un papel sellado y ella lo tomó rápidamente. Era una carta del abogado y sonrió al comprobar que en el frente decía: Srta. Gillian Ford.

La desdobló apresurada para leer las novedades.

Señorita Henderson:

Me alegra que haya encontrado algún lugar donde estar y me sorprende que una señorita como usted esté trabajando, pero entiendo que las circunstancias de la vida la han empujado hacerlo, y puedo comprender claramente sus razones.

La casa se vendió y se pagó a todos los acreedores. Incluidos el señor Cayden y la señora Grace.

Temo que luego de pagar todo, quedó muy poco dinero, el que le envío junto a esta nota. Cualquier cosa que necesita me comunica.

Quería informarle también que su pariente, la señora Gretchen Allen envió a preguntar por usted a la oficina. No dejó nada dicho, pero considero que debería saberlo.

Saludo cordialmente.

J Lowell.

Sonrió al pensar en Cayden y Grace. Merecían cobrar lo que se les debía, y no solo por el trabajo realizado, sino por su compañía, fidelidad y cariño que le demostraron en los momentos más duros. Pensó en su tía Gretchen y en su último encuentro. Frunció el ceño ante las razones que podrían llevarla a preguntar por ella, pero pensó que tal vez sería mejor que no lo supiera. Después de todo, no le quedaban ánimos para soportar insultos o malos tratos.

Una Segunda OportunidadWhere stories live. Discover now