"Mira en tu propio corazón porque quien mira afuera, sueña, pero quien mira adentro, se despierta"
Jane Austen
Caminaron por una calle angosta para terminar subiendo a una carreta maltrecha.
—¿Cómo te llamas?
—Gillian... Gillian Ford. —dijo antes de pensarlo dos veces. Prefería empezar una vida distinta, nueva y lejos, pero realmente lejos de todo y todos los que conocían a Abigail Henderson.
—¿Tienes hambre?
—¡Sí señor! Mucha... —contestó rápidamente.
—Busca allí atrás, en el baúl.
Se fue detrás y rebuscó hasta dar con un trozo de pan y queso. Se sentó en el piso de la carreta como si aquello fuera el mejor manjar.
—Tranquila muchacha que el viaje es largo... —dijo el hombre al ver cómo se alimentaba.
Y así fue... las horas se hicieron largas, interminables, y su cuerpo estaba adolorido por el traqueteo del camino y por lo mal que había descansado los últimos días tendida en la calle. La carreta iba cargada de cosas y sus piernas entumecidas al llevarlas encogidas. Tardaron casi un día en llegar a una pequeña población al sur de Dorset, al lado del mar.
Cuando abrió sus ojos porque el sol de la tarde pegaba en ellos de lleno, la hierba verde y el mar golpeando en los acantilados la encantaron por completo. Suspiró profundo, no pudiendo creer lo que sus ojos veían.
Observaba a todos lados, cada detalle, grabando en su retina aquellos paisajes de ensueño. Los acantilados cubiertos de hierba verde, musgo y el mar con sus olas embrabecidas que golpeaban las rocas y arrastraban la arena. El sol se reflejaba en la silica de la playa, dando pequeños destellos luminosos y haciendo de aquel lugar el cuadro más hermoso que Dios podía pintar.
Avanzaron por el camino hasta llegar a la casa. Abigail se quedó por un instante sin aliento. Era bastante grande y muy antigua. Tenía vista al mar y estaba asentada en lo alto de un risco, donde avanzando un trecho, la separaba del mismo océano un alto acandilado. Alrededor, campos verdes llenos de hierba y árboles frondosos. «Abigail Henderson moriría si viviera aquí, tan lejos de los bailes y de Almack's, pero a Gillian Ford, le viene perfecto» pensó para sí misma.
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Una Segunda Oportunidad
Ficção históricaCOMPLETA. Abigail Henderson es una muchacha casadera, que en su segunda temporada en Londres es aclamada por los caballeros y pretendida por muchos. Educada y preparada para ser una delicada florecilla, aprovecha las circunstancias para ser bastan...