C a p í t u l o 19

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Latidos en gravedad cero

— ¿Todo bien, Izuku? —cuestionó Todoroki Shouto al ver a Midoriya tan distraído esa mañana.

— ¿Eh? Ah, sí, sí. Claro —repuso el chico, mientras terminaba de amarrar sus trenzas.

— ¿Y por qué murmuras tanto?

Si bien, Midoriya Izuku se la pasaba entre susurros la mayor parte del tiempo, esta vez parecía algo excesivo.

Como si algo le preocupara.

Todoroki Shouto no arruinaría las cosas otra vez.

—Ah, eh, yo, sí. E-es que estoy tratando de memorizar el pi, sí.

Todoroki solo parpadeó completamente confundido. Hasta Kaminari estaba riendo de su patética excusa, mientras Midoriya deseaba que la tierra le tragara.

Las clases siguientes solo fueron un dolor de cabeza. Midoriya intentó concentrarse, a la vez que podía notar las miradas algo insistentes de Ochako.

Y es que no podía evitar pensar en la posibilidad que se asomaba por su mente.

Una confesión inminente.

Siguió murmurando en su burbuja, prácticamente ahuyentando a todos a su alrededor con sus aterradores e interminables monólogos susurrados.

Pero una sola persona se quedó a su lado, ocultando tras indiferencia lo embelesado (y admirado) que estaba de ver a Izuku murmurar sin parar.

Se rezagaron un poco, y al estar lejos de los demás con una relativa privacidad, Shouto se atrevió a preguntarle.

— ¿Hay algo que te preocupe?

— ¿Qué? —se sobresaltó el pobre—. No, no. No es nada, Todoroki-kun, no te preocupes.

— ¿Y a dónde vas? —cuestionó el semialbino mientras Izuku tomaba otro camino.

—Yo... Iré a a entrada de U. A. —confesó el muchacho—. Tengo que hablar con, eh, alguien.

—Está bien. ¿Te espero?

—N-no, no hace falta. Gracias Todoroki-kun —dijo Midoriya mientras se despedía de su amigo y se dirigía al lugar establecido.

Era la hora del crepúsculo, y no pudo evitar recordar la vez que le habló a Bakugou sobre el secreto del One for All. Esperaba que ese encuentro no fuera tan desastroso como lo fue con el rubio de las explosiones.

Se quedó contemplando un momento la magnífica entrada de la U. A. Un pasillo largo y adosado, con arcos y el imponente edificio de cristales que reflejaban los arreboles y las tonalidades ámbar del atardecer.

Y distinguió a lo lejos la silueta de su amiga, acercándose mientras hacía unos ademanes extraños.

— ¡Uraraka-san! —saludó el muchacho—. ¿De qué querías hablar?

Ochako se quedó en silencio. Para Izuku eso significaba peligro, por lo menos viniendo de la chica tan parlanchina.

— ¿Te acuerdas el primer día que vinimos a U. A.? Te hice flotar para que no te cayeras... —dijo con nostalgia—. Eras tan torpe, Deku-kun, pero... Siempre me salvas al final, y te preocupas por mí.

La muchacha lo vio con sus expresivos ojos cafés bien abiertos. Suspiró un poco incómoda, jugando con sus manos nerviosa.

—Deku-kun, yo... Eh —se río un poco en voz baja—. No vas a creerlo, pero... Me gustas.

Pronunció ambas palabras rápidamente, cerrando sus ojos y apretando sus puños al quedarse sin valor. Sus latidos resonaban fuertemente en sus oídos, hasta que intentó serenarse y abrió un ojo completamente apenada.

Izuku exhaló, su mayor temor volviéndose real frente a sus ojos. Tendría que rechazar a alguien más, y esta vez no sería a cualquiera, sino a su mejor amiga. Su primera amiga. Y eso le dolía a él también.

—Uraraka-san...

— ¿Y tú? —pronunció la muchacha—. Mi corazón late muy rápido, Deku-kun. ¿Lo sientes? ¿Sientes lo mismo?

Izuku bajó la mirada, sintiéndose patético por ser incapaz de corresponder sus sentimientos. Estaba dolido de ser quién acabara con la ilusión que la mirada de la castaña dejaba ver.

—Lo lamento, Uraraka-san... Yo no lo siento —admitió, tomando la mano de la chica y colocándola en su pecho, al lado de sus latidos serenos.

Al ser tocado por los dedos de la muchacha, Izuku empezó a flotar, y la chica aunque se sentía dolida, dejó escapar un risita.

Lo liberó y el chico volvió a posar sus pies en el suelo. Dio unos paso hacia ella y la abrazó.

—Lo siento, Uraraka-san. No puedo corresponder tus sentimientos —dijo con un nudo en la garganta—. Pero siempre puedes contar conmigo —aseguró.

La castaña dejó salir una lágrima mientras se aferraba al muchacho. Izuku no pudo evitar llorar un poco también.

—Supongo que todo sería más fácil si me gustaras tú —susurró Izuku.

Esas palabras fueron como una confirmación del mayor miedo de Uraraka. Sabiendo que no había nada más que perder, se atrevió a preguntarle.

—Deku-kun... ¿Es cierto que te gusta Todoroki-kun?

— ¡¿Q-q-qué dices?! —replicó el chico sintiéndose descubierto.

Y ahí estaban, los latidos apresurados que la castaña nunca podría provocar, como una afirmación innegable de la dolorosa realidad.

—Tranquilo, Deku-kun —dijo la chica entre susurros—. Sabes que si caes, estaré allí para levantarte —prometió la muchacha.

Se separaron. Izuku se sentía terrible por ser quién rompiera el corazón de Uraraka. Y Ochako se sentía mal por no haberse dado cuenta antes.

—Pero, Deku-kun... ¿No quisieras que lo intentáramos? —dijo la chica, con inútil esperanza.

El chico realmente lo pensó. Murmuró sus posibilidades mientras muchacha esperaba pacientemente su veredicto.

Quizás tendría una oportunidad...

—Uraraka-san, nunca vuelvas a hacer eso de nuevo —finalizó Izuku, colocando ambas manos en sus hombros—. Eres mi amiga, y te quiero, aunque no de la forma en que tú me quieres a mí —dijo con un sonrojo azorado entre sus pecas.

Ochako permanecía confundida esperando que Izuku terminara de hablar.

—No soy capaz de hacerte esa maldad. Así que no vuelvas a mendigar el amor de nadie jamás. Tú vales demasiado para eso.

La chica se quedó impactada de sus sabias palabras, cayendo en cuenta de lo patético que había sido eso.

—Tienes razón, Deku-kun —concedió la muchacha, con aparentes ánimos renovados.

—Volvamos a los dormitorios —alegó Izuku al notar que se estaba haciendo tarde y debían regresar.

El camino fue en silencio, cada quien refugiado en sus pensamientos.

—Lo siento, Uraraka-san...

Izuku se despidió y le dio un beso en la frente.

Lo siento...

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My Hero's LoveWhere stories live. Discover now