C a p í t u l o 11

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Comprensión

Todoroki Shouto estornudó, mientras tomaba té en su cuarto, luego de esa tarde tan catastrófica.

¿Estaba resfriado? No, probablemente no.

Estaba bien siempre y cuando no estuvieran hablando de él a sus espaldas; aunque, si lo pensaba mejor, eso era casi inevitable. Incluso su padre podría estar gritando su nombre en su casa como cualquier día normal en la vida de ese ser.

Y Midoriya...

Le había dejado decir su nombre. ¿Por qué tan de repente? Y sobre todo, ¿qué fue eso de Sho-chan? Sí que fue extraño, pero no podía negar que le gustó.

Sonrió mínimamente antes de dar un sorbo a su té.

Pero ahora lo que le preocupaba (aunque no demasiado) era lo que sea que se estuvieran inventando. Sí, quizás Yaoyorozu haya hablado en su defensa, con un buen argumento, y él negó sus sentimientos. Pero... Eso no evitaría que la gente siguiera hablando y haciendo cosas estúpidas de gente entrometida.

Lo que sea por un chisme bueno.

Poco le importaba lo que ellos tuvieran que decir, sin embargo, ¿qué sería de Izuku? ¿Las cosas cambiarían entre ellos de alguna forma?

Ya Todoroki Shouto estaba resignado a ese amor unilateral e imposible. Pero anhelaba por lo menos ser más cercano a él.

Con tal de que Izuku no se alejara, estaba dispuesto a dejar su sentir de lado.

Porque si Midoriya Izuku lo ignoraba, definitivamente no sabría que hacer.

}•{

Midoriya Izuku ignoró a Todoroki Shouto el resto de la semana. El de ojos verdes no invitó al chico a comer en la misma mesa como siempre, ni le dirigió alguna mirada, no le saludó siquiera.

Midoriya Izuku se había convertido un experto en el delicado arte de la evasión.

Y aunque fuera estúpido, no era capaz de verlo a la cara sin sentir que su corazón de nerd explotaría en su pecho.

Y es que no podía concebirlo, ¿gustarle a Todoroki? No, no, no. Por los lentes de Eraser Head, eso era imposible.

Ellos serían rivales sin importar sus sentimientos. Era una versión más shounen de un cutre Romeo y Julieta.

Claro que, aquí era un patético enredo homosexual; uno, pupilo del anterior Símbolo de la Paz; y el otro, el hijo del actual héroe número uno, que odiaba todo lo que tuviera que ver con All Might.

Eso estaba bien jodido.

Además, ¿cómo podría decirle a su madre que le gustaba un chico?

Inko Midoriya no sabía de ese pequeño detalle. Como que el hijo de su mejor amiga fue su primer amor; mucho menos se animaba a contarle sobre un amor aparentemente recíproco.

Sin duda, esa mujer era comprensiva, un pan de azúcar, una dulzura de persona; pero nada le aseguraba a Izuku que su corazón no se rompería al saber esa cruda verdad.

Es de suponer que hay cosas que los padres no quieren escuchar de sus hijos.

}•{

Todoroki Shouto rechazó otra de las numerosas confesiones de amor que le habían hecho desde que entró a U.A. Era cansino ver aquellas chicas acercarse para fastidiarle con sus supuestos sentimientos cuando solo quería ir a su habitación a dormir.

Pero hasta eso se estaba haciendo complicado; porque cierta persona no dejaba de confundirle.

Si bien, no comprendía de todo el funcionamiento social de un humano corriente, sabía que Midoriya Izuku no estaba actuando normal.

¿Qué pasó? Ninguna teoría en su mente tenía sentido. Midoriya Izuku ya no le dirigía la palabra para absolutamente nada, ni siquiera una mirada. Se mordía las labios con más frecuencia, y lucía nervioso.

Algo le estaba atormentando.

Todo desde el día que dejó que Asui Tsuyu se lo llevara.

No perdonaría a la chica rana si le había hecho algo, pero no creía que Asui Tsuyu fuera la responsable de su decaimiento.

Todoroki Shouto no podía decir que no le extrañaba porque, con un demonio, así era.

Pero en su mente, no tenía todo tan claro como le gustaría. Midoriya Izuku era la primera persona que le quitaba el sueño (y vaya que eso era mucho decir); la única que alguna vez hizo palpitar su corazón de esa forma tan extraña, o que podía sacarle sonrisas con demasiada facilidad.

Era la primera persona por la que se preocupaba tanto, la única que observaba para fijarse hasta en el más mínimo detalle.

Y él no sabía qué hacer con todo eso. Sí, tenía cosas más importantes en las que preocuparse, pero Izuku y su repentina distancia era un enigma al que inconscientemente recurría.

Ya que, por alguna razón que no lograba comprender del todo, el chico pecoso no podía salir de su mente.

Ya muchas personas se habían dado cuenta de esa extrañeza (y lo peor es que Bakugou lo supiera), a la cual le habían dado por denominación el verbo «gustar». Incluso su madre podía darse cuenta de que algo le ocurría.

—Shouto... ¿no hay nada que quieras contarme? —preguntó Rei, que en aquella visita notó lo perdido que se encontraba su hijo.

—Me gusta Midoriya.

Directo, sin rodeos ni divagues. La verdad al seco, como el derechazo de algún campeón de pesos pesados.

La mujer ya lo sospechaba (puesto que el chico hablaba mucho de él sin darse cuenta), sin embargo escuchar esa confirmación le dejó impresionada.

— ¿Cómo estás tan seguro, Shouto?

—Ese es el problema. No estoy seguro.

Entonces comenzó a narrarle en pocas palabras, todo lo que le hacía sentir el pecoso; de sus desvelos, ese cosquilleo extraño.

Rei fue capaz de notar ese brillo peculiar en sus ojos bicolor, y esa sonrisa casi imperceptible que se escapaba cada vez que pronunciaba su nombre; además de esa felicidad indescriptible que iluminaba el rostro de su hijo, igualmente la tristeza cuando pronunciaba «distancia».

Guardaron silencio un momento. Un silencio tranquilo, sincero. Que decía lo que faltaba por decir.

—Ven aquí.

La mujer envolvió con sus brazos a Shouto. Entre ellos encontró la respuesta y una tranquilidad que le sorprendió.

Midoriya Izuku realmente le gustaba. Y eso no estaba tan mal.

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My Hero's LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora