Historia del paraíso parte 1

34 6 4
                                    


...Puedes sentirlo, el picor del pasto debajo de tu piel y a tu espalda la humedad que el rocío deposita cada mañana, pero no es que te sorprenda si cada noche duermes en medio de ese prado, arrullada por el ruido de los insectos.

Y sin embargo, es distinto, como si por primera vez te dieras cuenta de eso... como si... por vez primera conocieras el mundo: a través de tu piel por medio de tus poros o con la nariz atrapando los olores en tu pecho y tus ojos, en especial tus ojos durante tanto tiempo inutilizados por ese velo que la ignorancia te proporcionaba.

Te quedas inmóvil un rato más, con la vista en las facciones que tiene enfrente: su cabello oscuro que desciende hasta su rostro fino lleno de surcos o curvas para formar la quijada cuadrada o los pómulos prominentes, la nariz en pico y los labios alargados.

Con la misma pasividad viajas por el cuello hasta los hombros anchos mientras sigues sus músculos para llegar a los brazos firmes. Regresas a su espalda desde donde puedes continuar donde quedan las piernas torneadas; cada parte de él tallada con precisión. Esculpido de barro por las propias manos de tu creador, si él en algún momento usó manos en su elaboración.

Está muy dormido así que te sientas un momento sin despegar tus pupilas de su imagen porque tratas de grabar en tu memoria sus gestos, puesto que nunca las volverás a ver. Te imaginas que fuiste así y que todo eso desapareció en el momento en que escuchaste su voz...

Pero no puedes comprobarlo así que suspiras con resignación, por lo menos él tendrá una referencia o alguien a quien preguntar. De nuevo suspiras porque sabes que nunca tendrás todas las respuestas, solo te queda sonreír.

—Adán— apenas susurras porque no estás muy segura de despertarlo.

Su pecho sigue subiendo y bajando sin mostrar un cambio, aún sigue en los sueños de modo que puedes peinarte con tranquilidad, tus dedos pasan por tus hebras castañas hasta que tu otra mano también participa con mejora en la técnica pese que ahora estas trenzando en automático al tiempo que viajas por tu mente: la primera vez en tu vida.

¿Podrías hacerlo?  ¿Negarle la fruta y marcharte sola? ¿Necesita pasar lo que tú? Aun sabiendo todo el miedo, la confusión y el vacío que sentirá de por vida ¿Vas a darle de comer?... algo en tu interior se atora en el pecho y tira hasta tu garganta, vuelve a tu pecho con fuerza como si fuera duro o pesado de solo pensarlo...

Bueno, con esto creo que cambio las reglas del juego, porque esta no es una historia autoconclusiva pero si corta. Voy a publicar una vez al mes porque parece que es lo único que puedo hacer ahora. Sean libres de votar y comentar que eso me hace muy feliz.

Historias de amor, deseo, placer y muerteWhere stories live. Discover now