Pena

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—Soy tan patética— me murmuré sentada en las escaleras de la escuela mientras me cubría la cara con los manos.

Mis ojos ya estaban hinchados y sin duda tenía la cara roja pero no podía detener mi llanto, me dolía el estómago de tantos ruidos y respiraciones raras que había tenido sentada en esa piedra. Pero eso no me importaba, nada me importaba: lo tarde que era, lo solitaria que estaba la escuela o lo que alguien que me encontrase pensara de mí. No, yo solo quería llorar después de ser rechazada...

Seis meses de fantasía explotados en segundos, era un chico muy guapo, con gran personalidad y un sequito que no lo dejaban en paz pero a pesar de todo eso tuvo tiempo de verme. De preguntar si necesitaba ayuda en el taller, de cruzar palabras conmigo algunos días antes de retirarnos del taller.

Y yo que era muy tímida para hablar, pensé que tendría una oportunidad si poco a poco llamaba su atención aunque era una tonta ¿Cómo iba a hacerlo si no hablaba demasiado con él, si no lo conocía de nada?... yo conocía sus gustos porque llegué a verlo... porque le perseguía con la mirada y no porque él me lo contara.

Ese es el amor de mentiras... jamás hice lo posible por convertirlo en un amor de verdad. Y hoy no sé en qué pensaba cuando me coloqué frente a él y le dije que me gustaba, estaba sensible, vulnerable, casi sentía que se me salía el corazón... casi sentía que mi vida se acabaría si me decía que no pero, entonces, él dijo algo que me dolió mucho más.

Vi cómo se le pusieron los pómulos rojos y su sonrisa se tornó triste — ¿Puedo preguntar cómo te llamas? —.

— ¡¿Qué?! Ya te lo dije, la primera vez que hablamos— me di cuenta que cada vez que lo hicimos jamás me dijo mi nombre.

Jamás... valió la pena ser recordada... yo era una persona que no se merecía ocupar un espacio en su cabeza... yo no era importante para él en ningún sentido.

—Mira— comenzó a decirme pero le interrumpí con la mano, yo no necesitaba escuchar sus palabras de consuelo porque era una persona amable.

—Está bien— dije algo apenada —Creo que me has dado la respuesta—.

Y salí de ahí para llorar a gusto, no solo porque me habían rechazado o bueno, yo quería que me aceptara por quien era y ni siquiera lo sabía. Sino por el incontenible deseo de querer ser otra persona, alguien con carácter, porque no solo él no me recordaba, yo era fácilmente olvidable....

—Aquí estas— una voz me hizo levantar la vista y vi a mi amiga Daniela muy sorprendida por mi aspecto —Te vez horrible Lourdes—.

No podía explicarme de tanto que había llorado, ella se sentó junto a mí rápidamente — ¿Qué paso? —.

—Mauro... — dije antes de comenzar a llorar de nuevo.

— ¿Te hizo algo? — en cuestión de segundos vi a Daniela ponerse furiosa como león.

—No sabe mi nombre, soy alguien patético— contesté.

— ¿Qué? El patético es el por tan mala memoria, es un estúpido— respondió con mucha firmeza y seriedad.

Negué con la cabeza —Eso no es así, la culpa es mía por mi personalidad, mi mamá me lo dice y todos prefieren a mi hermana, es natural—.

— ¿Acaso es un complejo Lu? — dijo de manera burlona Daniela — ¿O es la forma de sufrir porque no le gustas a un chico? —.

—Es un hecho— contesté con pesar.

—Noup— Respondió con firmeza ella— ¿Te digo que es? Es la forma en que haces berrinche cuando algo malo pasa porque no eres olvidable. De ser así ¿Quién habría venido a buscarte? —.

Entonces comencé a llorar de nuevo esta vez con una mezcla de alegría porque en efecto, nadie vendría a verme —Perdón, creo que así soy —.

Ella me dio una palmada en la espalda y luego se recargó en las escaleras —Tranquila, esto tardara un rato y yo tengo todo el tiempo del mundo—.

Y sí, tardé un rato más en dejar de llorar pero como ella dijo, solo era mi berrinche, no seremos olvidados si tenemos amigos. No seremos olvidados si tenemos alguien que recuerde nuestro nombre pero en especial no seremos olvidados si ponemos atención a quienes nos hablan de corazón como mi amiga.

Historias de amor, deseo, placer y muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora