Capítulo 13. Pruebas.

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Son cosas que la vida te pone para que te golpees bien duro y aprendas de ellos, y así seas una mejor persona. Bueno, aunque a veces puede fallar y convertirte en una peor persona. Y creo que si en mi camino sigo tropezando así como si nada voy a terminar convirtiéndome en una asesina serial. No sé, quizás podría esperar a tener mi especialidad forense terminada y así saber cómo ocultar cuerpos o borrar toda evidencia de mi paso. Son cosas que pienso de vez en cuando, en los momentos en que mi aburrida vida es demasiado monótona o cuando miro demasiados capítulos de Hannibal o Dexter.

—Vamos, como si nunca lo hubiesen pensado —me quejé bebiendo un poco más de mi cerveza. Aiden y Matt se miraron riéndose divertidos.

Aiden fue el primero en elevar sus manos, en rendición. Su mirada estaba llena de picardía.

— Las clases de medicina legal llevan a sitios oscuros de nuestras mentes, sobre todo si nos gusta CSI —reconoció él y yo aplaudí victoriosa. Lo miré a Matt con malicia. Él nos señalaba a Aiden y a mí, con una sonrisa divertida.

— Ustedes son dos raritos seriales —comentó—. Siempre me sucede lo mismo: intento juntarme con personas normales y termino sentado con dos inadaptados sociales con problemas de ira y psicópatas —meneó su cabeza con fingida decepción.

Yo me mantuve riendo un buen rato, aún sorprendida de lo bien que la estaba pasando tras la horrorosa cita. Resultaba ser que Aiden y Matt eran mejor compañía de la que creí, sobre todo en un bar con algunas cervezas de por medio.

— Ahora que pienso, ¿No tienes que conducir? —le pregunté a Aiden tras verlo tomarse dos vasos de cerveza, y estar en mejor estado que Matt y yo.

Él negó con la cabeza sin dejar de beber más de la cerveza, y señaló a Matt, quien no dejaba de observar el alrededor con bastantes personas; algunas de ellas se encontraban bailando o haciendo el intento.

— Nuestras casas no están muy lejos de acá —me explicó Matt volviendo los ojos a mí. Él me sonrió y yo me mantuve por un instante contemplando sus preciosos ojos que eran como gemas.

— Sabes, Matt no ha dejado de hablar en todo el día de una chica que se llama Loreley —comentó con picardía Aiden, sin dejar de ver a Matt; en sus ojos había una oscuridad que no supe identificar. Intenté que mi sonrisa no fuese tan evidente pero fallé, y negué tapando mi boca mientras Aiden estiraba su brazo en el respaldo de mi silla.

— ¿En serio? Cuéntame un poco Matt —lo incité a hablar. La mirada de Matt se volvió momentáneamente iracunda sobre Aiden antes de que meneara la cabeza e intentara ocultar el enrojecimiento de sus mejillas.

— Es pediatra en el hospital en que trabajamos, y nada... es preciosa —dijo, y no pude ocultar la alegría que eso me producía. Aiden y yo nos miramos por un momento. Sus ojos verdes eran serenos y en sus labios había una perpetua sonrisa. Él me miró con la misma expresión de triunfo con la que yo lo miraba— Un segundo —dijo Matt, y ambos nos volteamos hacia él—, ¿Tu la conoces? —inquirió.

¡Mierda! Me esforcé por ser seria pero no pude. Solo comencé a reír viéndome más alcoholizada de lo que en verdad estaba.

— Es su mejor amiga —explicó Aiden. La expresión de Matt se llenó de confusión, y buscó en Aiden alguna especie de respuesta.

— Creí que su mejor amigo era tu hermano —dijo Matt, y Aiden asintió.

— Logan tampoco es el centro de mi vida —dije volviendo, milagrosamente, a la sobriedad.

Es verdad que Logan había estado presente en muchas de las cosas buenas y malas que pasé, él es una parte importante de mi vida pero a veces pareciera que todo lo que hago o digo tiene que ver con él. Eso es frustrante y siempre lo fue, porque me hace sentir como si no pudiese hacer nada por mí misma.

Sin Anestesia (SA #1) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora