XIII

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“No era necesario mirarla para saber que era la mujer más hermosa que había conocido”

Patty.R

El ruido producido por los distintos zapatos que corrían de un lado a otro en la habitación tentaba al poco raciocinio que me quedaba a desaparecer. Había un total de cinco personas en aquel cuarto; sin contar a la enfermera que estaba justo a mi lado, seguramente mirando el caos que se producía en aquel momento. Inclusive podría imaginar que pensaba “¿Todo este jaleo por una fiesta?”. La mujer era demasiado fácil de predecir y demasiado inocente como imaginar que era solo una “fiesta”.

Nuestra familia contaba no solo con una de las más famosas sino con una de las más grandes empresas farmacéuticas. Producimos un sinfín de productos; no existe ninguna farmacia que no esté asociada a nuestra empresa… es más no existe ninguna persona que no haya comprado nunca un producto nuestro; y no era de extrañar; éramos, somos y seguiremos siendo los mejores del mercado, de eso no había duda.

Aunque para terror de mi madre el escándalo donde se había envuelto a los socios mayoristas de la compañía (nosotros), amenazaba con acabar las relaciones que tanto le había costado forjar o por lo menos eso pensaba. La popularidad de la compañía aumento, éramos tendencia en el internet. Mi cara estaba por todos lados, y aunque me molestaba mucho y aún era doloroso; como empresario debía aprovechar aquello. Aunque la verdad es que yo en lo particular no hacía mucho, todo era trabajo de mi madre.

Esta fiesta era tildada como “beneficio a la caridad” tremenda patraña, lo primordial de esta reunión era conseguir más socios, destruir a la competencia y aumentar el dominio en el extranjero. Sencillo, preciso y práctico… A la caridad solo se le entregaba una pequeña parte recolectada, aunque por supuesto la cantidad era tan alta que nadie imaginaria que solo se tratase de un 20 por ciento o quizá si tenían suerte un 30 por ciento de las ganancias.

—Señor, soy Marco y hoy me encargare de su cabello y barba.—Se presentó el hombre que aunque quisiera demostrar que era un mero “macho” en su voz se notaba que sus tendencias eran otras. Le indique con la mano que hiciera lo suyo mientras otras dos mujeres se encargaban de la manicura.

—Wow.—Era lo único que la enfermera soltaba cada veinte segundo, como si estuviese maravillada con la atención que se me otorgaba.

—Manuel.—Llame al estilista.

—Marco.–En seguida me corrigió Luz, en su tono se podía apreciar la vergüenza.

—Como sea.— Le quite importancia con la mano.—Ves a esa mujer, la misma que me corrigió. 

—Por supuesto.—Contesto el hombre.

—Pues has un milagro con ella, la necesito presentable para hoy.—Le ordene al hombre, al que acepto sin titubear.

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—Eso ha sido muy grosero.—La voz de Luz se hizo presente cuando ya habían terminado conmigo y preparaban todo para arreglarla a ella.

Luz (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora