IV

322 26 8
                                    


 

“No era necesario ir al infierno para saber cómo era, con estar en la misma habitación que ella bastaba”

Patty.R

Al dormir entramos a algo denominado “Fase Rem” en donde nuestro cerebro es incapaz de emitir las ondas necesarias para procesar los sueños que tenemos, que en promedio son alrededor de cinco diarios, por ello al despertar no podemos recordar gran parte de ellos.

El único maldito problema era que de todos los sueños mi cerebro optaba por reproducir pequeños retazos de mi vida con Marie, esos que me había propuesto a olvidar, pero que cada noche venían a  atormentarme.

—Oscar, bebé jamás existirá un hombre al que ame más que a ti.—Menciono Marie a horcajadas sobre mí, estábamos en la azotea de nuestra casa mirando las estrellas, justo como hacíamos cada noche.

 

—¿Lo juras?.—Me deslumbre con sus ojos color chocolate, mientras trazaba un camino imaginario a través de su brazo; su piel era suave, y se calentaba con mi tacto… como ninguna otra.

 

—Con mi vida.—Me sonrió como lo hacía cada mañana, cada tarde y cada noche. Como me sonreía solo a mí.


.
.
.

Un estruendo me levanto de mi pesadilla. —¿Dónde está la princesa, más bonita de la casa?.—Entro la voz a mi habitación, me recompuse rápidamente y aleje cualquier indicio de lágrimas de mi rostro. En su lugar rasqué mi cabeza con fuerza mientras soltaba un gruñido.

La enfermera solo había necesitado de tres miserables días para agarrar una confianza inexplicable. El primer día de su trabajo se había presentado como toda una profesional...hasta logro engañarme, pero a mitad del día su personalidad desquiciada salió a la luz, dejándome algo aturdido. Ironico porque se llama Luz. Había empezado tuteándome, luego paso a molestarme e tratarme como si fuésemos íntimos amigos; mis amenazas parecían resbalarle por completo y era jodidamente desesperante ¿Cómo pudo mi madre contratar a semejante personaje?

—¿Ves una maldita corona aquí?—Sobe la parte de arriba de mi cabeza, notando algo...algo que no estaba allí cuando me dormí.—¿Qué mierda?.— Musite desconcertado.

—Sí, lo veo…—Rio bajo.—Es tu coronita. Verías lo linda que es si abrieras los ojos, venga. Seguro que te gusta.—Dijo con tono de “mira maldito juego contigo”

Tome un respiro profundo, tratando de alejar toda la ira de mi sistema. Esa mujer estaba volviéndome loco y solo llevaba tres días trabajando para mí.—¿En qué momento, tú?.—Me levante de golpe de la cama con los ojos cerrados. Lanzando el material que sospechaba era de plástico al piso, el cual crujió cuando hizo contacto con el frío suelo.

—Ey.—Se quejó.

—Ey nada, agradece que no te la tire en la cabeza.—Me arrastre hasta la punta del colchón para colocarme las pantuflas.

—¿Sabes lo que me costó encontrar esto en el basurero?.—Soltó un suspiro cansado.

No, no, no. Esto ya se estaba saliendo de control.


—¡¿EN EL QUÉ?!.—Me gire, hasta donde suponía estaba la mujer.

—Más a la derecha.—Me gire instintivamente tras la indicación.—Un poquito más, allí justo allí.—Me indicaba su posición, me sentía tan estúpido.

Luz (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora