26.- No necesito explicaciones. (*)

Comenzar desde el principio
                                    

— ¿Quieres ir a comer a mi departamento? —cuestiona—. Puedo pedir algo.

Abro la boca para responder, sin embargo, no logro pronunciar ni una sola palabra. Su pregunta me ha tomado tan de sorpresa que no sé exactamente qué es lo que tengo que responder.

¿Debería decirle que sí? No seas tonta ¡di que sí Montserrat!

—Lo lamento, no debí preguntar eso —continúa Jack aclarándose la garganta. Pasa una de sus manos por su cabello antes de mirarme, luce apenado—. Lo siento ¿Te llevo a tu casa?

A pesar de que intenta esconder la decepción en su tono de voz no lo consigue. Mis comisuras se elevan, formando en mis labios una pequeña sonrisa.

—Podemos ir a tu departamento y ordenar algo desde ahí —sugiero. La mirada que Jack me dedica me hace soltar una pequeña risa.

¿Quién pensaría que Jack Morgan puede lucir apenado y sorprendido al mismo tiempo?

—De acuerdo —expresa al cabo de unos segundos notándose un poco más relajado —Vayamos.

Y con eso, pone en marcha el auto para que podamos dirigirnos hacia su departamento.

JACK

Montse ríe por el comentario que he hecho al ingresar al vestíbulo del edificio. La miro, sin ser capaz de apartar la mirada de ella. Luce relajada, riendo sin preocuparse por nada y echando la cabeza con ligereza hacia atrás.

Y me he descubierto a mí mismo disfrutando del sonido, uno alegre, cantarina. Las puertas del elevador se abren interrumpiendo la risa de Montse quien acomoda su cabello y niega un par de veces para intentar calmar la risa, cosa que consigue.

Cuando nos encontramos fuera del elevador y lo suficientemente cerca de la puerta de mi departamento, noto que alguien se encuentra esperándonos justo en la puerta.

Una silueta de mujer que reconocería a la perfección me hace detener mis pasos, Montserrat se detiene cuando nota que he dejado de caminar y me observa con confusión.

—¿Qué pasa? —inquiere girándose para quedar frente a mí.

—No pasa nada —miento. Tomo una de sus manos mientras continúo con nuestro camino.

— ¿Qué haces aquí? —inquiero. Sara se gira, mantiene los brazos cruzados mientras fija su mirada en mí y luego en el agarre que mi mano ejerce sobre la de Montse. Luego, observa por algunos segundos a Montserrat quien no parece inmutarse ante la mirada de Sara.

— ¿Qué hago aquí? —Inquiere dando un paso en mi dirección —Me has ignorado todo el día cariño ¿Qué quieres que haga? ¿A caso me has hecho a un lado porque ya has encontrado mi remplazo?

Siento el agarre de Montse volverse más fuerte. Tengo que tomar una inhalación para no estallar por la forma en la que está hablando de la madre de mi hijo.

—Ella no es tu remplazo —contesto. La sonrisa de Sara me hace adivinar qué cree que le daré la razón y la recibiré con brazos abiertos como siempre— No es tu reemplazo porque tú y yo no tenemos nada Sara, creí que eso había quedado claro desde el inicio ¿Qué pretendes? ¿Armar una escena aquí?

Sara da un pisotón con evidente molestia.

—Montse, linda ¿puedes esperarme dentro del departamento? —cuestiono. Ella asiente, suelta mi mano para dirigirse hacia la puerta, pero entonces Sara la toma del brazo en un movimiento brusco.

—Tú eres la culpable de todo esto —acusa Sara —Te has metido entre Jack y yo y seguramente has logrado atraparlo con el viejo truco de fingir que te embarazaste de él.

Antes de que pueda responder, Montse se adelanta. Se libera del agarre que Sara ejerce sobre su brazo y le dedica una mirada retadora.

—No tengo porque darte explicaciones a ti —responde con suficiencia

Todo ocurre en una fracción de segundo, la palma de Sara se impacta contra la mejilla de Montserrat haciéndole voltear el rostro.

—¿¡Pero qué rayos te pasa!? —grito colocándome entre Montserrat y Sara, una mirada furibunda es lanzada en mi dirección, pero no me interesa—. Vete ahora mismo Sara si no quieres que le hable a seguridad.

—Me voy Jack, ha sido suficiente —informa Montse, me giro hacia ella para mirarla.

—No, nena... ¿Puedes esperarme dentro del departamento? Te juro que voy a aclarar esto —En sus ojos cruza la indecisión, mira sobre mi hombro enfocando a la rubia que está detrás de mí y luego centra su mirada nuevamente en mis ojos—. Por favor Montse.

Ella suelta un suspiro. Asiente y le tiendo las llaves.

— ¡No es posible que la prefieras antes que a mí! —El grito de Sara me hace cerrar los ojos, cuando me aseguro que Montse ya se encuentra dentro, es cuando me permito mirar de nuevo a Sara.

—No es posible que la hayas golpeado ¡Está embarazada! —grito colocándome un paso más cerca de ella—. No quiero verte de nuevo por aquí ¿Entiendes? Lo que sea que había entre nosotros acabó Sara, entiende eso.

Le doy la espalda para adentrarme al departamento, pero ella vuelve a hablar.

—Esto no va a quedarse así Jack —amenaza, sin embargo, la ignoro y abro la puerta para adentrarme al departamento. Cierro dando un portazo, Montse se gira cuando escucha el ruido de la puerta, mantiene una de sus manos sobre su mejilla y suspira.

—Creo que se me ha ido el apetito Jack, es mejor que regrese a casa —expresa. Niego, sé que si ahora la dejo ir es probable que no quiera volver a dirigirme la palabra.

—Tengo que explicarte.

—No...no es necesario Jack. Tú y yo no tenemos nada, no tienes por qué darme explicaciones de lo que haces o no en tu vida. Ese es tu problema, no mío.

—Pero quiero hacerlo linda. —pido. —Sara no significa nada para mí, ella y yo solamente...

—No quiero escuchar explicaciones Jack —casi suplica cerrando los ojos —No voy a enojarme contigo por eso. No tenemos una relación, no estamos saliendo, no somos pareja. La única relación existente entre nosotros será por nuestro hijo. Nada más.

Escucharla decir eso se siente como un golpe, tengo que tomar un par de inhalaciones para lograr no entrar en desesperación. ¿Por qué me afectaba tanto lo que ella pensara? Porque la quieres.

—Montse, sé que no tenemos nada, pero tú eres importante para mí —respondo.

—No debería serlo, Jack —Masculla desviando la mirada—. No quiero que te veas obligado a darme explicaciones de lo que haces o dejas de hacer.

Me acerco hasta ella, acuno su rostro entre mis manos mientras conecto mi mirada con la suya.

—Pero quiero dártelas —Insisto —Porque eres la madre de mi hijo. Eso te hace lo suficientemente importante para mí.

Por una brevedad de segundo todo lo malo que ha ocurrido entre Montserrat Lewis y yo parece esfumarse, sus ojos brillan como hace mucho tiempo no lo hacen.

Y entonces, sin poder ni querer resistirme, la beso. 

_____________________________________________________________________________

_____________________________________________________________________________

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora