1. Tu mirada

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Aún recuerdo el día de ingreso, apenas comenzamos la carrera y ya nos habían asignado una montaña de deberes; las primeras veces que hablamos fueron debido a que estábamos en el mismo grupo, luego de mirar ese brillo que salen de tus órbitas visuales, me sentí atraído, como una prostituta al ver una cartera gorda de billetes.

Mis pupilas se dilataron un poco ese día.

Apenas he comprado folios y sobres para hacerte estas cartas que obviamente no leerás, no dejare que eso ocurra, a menos que muera. En fin, después de ese choque eléctrico con tus ojos, comencé hacer una rutina de mirarlos; tristes, cansados, felices, enfadados... Hubieron muchos matices que me mostraste sin darte cuenta de que yo los observaba, y estuve agradecido y aún lo estoy, sigues dandome lindas expresiones, como si fueras un cuadro colocado en una galería y yo te contemplará como la más hermosa obra de todas.

Soy un idiota, lo sé, escribir tanta pendejada por alguien que no es una chica y que ni siquiera conozco bien, pero tambien sé que de alguna manera algo en ti me atrajo, aparte de tu rostro y tu cuerpo hubo algo más.

Sabes, me gusta tu mirada, esa que a veces le lanzas al viento y viaja a una distancia infinita.

Bueno, y supongo que querrás saber del estúpido chico que parece poeta fracasado dedicándote versos en la mayoría de este folio, soy ese chico que busca tus cristalinos ojos desde que entra al aula; ese, que se entristece cuando no le toca la misma clase que tú, aquel nerd que se la pasa pegado a los libros de física y química, para ocultar el hecho de verte haciendo el vago en el salón de clases.

No, aún no apenas estamos empezando, no te escribiré mi nombre, pero te seguiré dedicando versos. Contigo he descubierto que soy un...maldito intento de poeta.

Davis: El de ojos azulesWhere stories live. Discover now