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Eamonn.

-¡Eamonn!

Llego al final de las escaleras y me detengo un poco, termino llegando casi caminando a la puerta. La abro y cuando estoy por dar un paso, por un impulso, le doy un portazo a la puerta. Sigo dentro.

¿Por qué mierda no puedo irme?

Bajo la mirada y vuelvo a ver la ropa. Dejo caer el bolso y me abrazo.

Me siento de costado contra la puerta y tironeo la ropa que tengo puesta sin sacármela. Le doy una patada al bolso y apoyo la cabeza en el pórtico, dándome pequeños golpes contra este.

Cerrando los ojos me remuevo en el suelo y comienzo a esconder mi cabeza dentro de la remera. Acuno la cabeza en mis brazos respirando entrecortadamente.

Negando con la cabeza su cara llega a mi mente y me arreglo la remera levantándome en silencio.

MierdaNo puedo dejarlo así

Subo las escaleras con cuidado luego de dar un mal paso y casi caerme.

Llego al marco de la puerta y espero de pie un momento para estar preparado, porque me siento malditamente ansioso.

-Eamonn, no pienso detenerme.

-¿Richard?- me asomo y veo que está dormido.

¿Cómo mierda puede seguir haciendo eso incluso dormido? Pero que maldito bastardo

Aprieto el pomo de la puerta y lo giro de lado a lado.

-Eres un- retengo la respiración y suspiro.

-¿Eamonn?- se escucha adormilado.

-Si vuelves a decir una de esas cosas me largo.

Rezonga como si estuviera de acuerdo, levanta el pulgar sin ganas y mueve los hombros.

-¿Cómo te sientes?- le pregunto pasando un mano por mi nuca.

Vuelve a rezongar y me siento extraño.

Entrelazo los dedos en la nuca caminando de un lado a otro, mientras giro el cuello suspiro tratando de mantener la calma y la maldita compostura.

Cada tanto volteo a ver como duerme, manteniendo su cara escondida entre sus brazos.

Siento los ojos cansados y los cierro después de apoyarme en una de las paredes. Arrugo las cejas haciendo el intento de mantener el equilibrio por el relajo masivo que me dio.

Camino a la cama y me siento en la orilla y me viene un gran cansancio, aún doliéndome la cabeza.

-Bendita- y todo se vuelve negro.

Richard.

No podía responderle y tampoco levantar la mirada si lo que demostraba mi rostro y realidad era exactamente lo que le prometí que no iba a hacer.

Y fue entonces que sentí un peso extra a mi lado, en una orilla que hubo un cosquilleo en mi pecho un escalofrío en mi cuerpo y una gigante sonrisa en mi rostro que hizo todo mi dolor desaparecer.

Con cautela me muevo para mirarlo, quedo de rodillas en la cama luego de alrededor de dos a tres minutos en los que de reojo veía como daba cabezazos.

-Eamonn- aprieto los labios colocando mis manos en su nuca y en su espalda, noto el cansancio que tiene y con lentitud lo recuesto cuidadosamente, corriéndolo hacia arriba para que alcance la almohada. La ropa que trae puesta se le ve tirante y se la arreglo con una pequeña sonrisa de lado.- Me encantas.

Peino su cabello y acaricio su rostro al terminar.

Evitando la fuerza excesiva prefiero acostarme a su lado de costado, mirándolo como su expresión está relajada, con una mínima sonrisa. Se remueve y se gira en mi dirección, estiro la mano y casi rozando su cuello la dejo caer ahí, acariciando su melena blanca, me da un pequeño espasmo y me asusto pero solo gruñe acercándose y estirando su brazo para abrazarme.

-Eamonn, que atrevido- río un poco y aprovechando el momento acorto la distancia y toco su otra mano que tiene sobre la cama, dejo que nuestros índices se rocen con coquetería.

-Richard

¿Acabas de decir mi nombre en tu sueño? ¿Tienes idea de que es lo que significa que lo hagas? ¿La gran explosión a la que le prendes la mecha? ¿El deseo e ilusión que me golpea para que caiga al vacío en el que me esperas inconscientemente con los brazos abiertos?

-Eamonn- me detengo cuando veo que se acurruca más cerca.- Deja de tentarme, no soy tan fuerte...

La Pausa de un Cariño Incontrolableजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें