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Eamonn.

Al menos pude volver de ese infierno sano y salvo

En cuanto siente la puerta mi madre habla:

-Límpiate los pies antes de entrar- me detengo con un pie en el aire a punto de entrar. En silencio me inclino haciendo una mueca cuando me desato los cordones y me saco los zapatos.

-¿Quieres algo de comer, hijo? ¿Y qué tal tu primer día?- dice más despacio cuando de reojo me mira entrar en la en la pieza donde se encuentra tejiendo, me siento a su lado y deja las cosas a un lado.

-Todo bien- sonrío sin mostrar los dientes.

-¿De casualidad no te metiste en algún lío?

Y al parecer la visita al infierno continúa, ahora vamos en la segunda parte, empezando con un interrogatorio

-No mamá, no me metí en ningún lío

Agradezco el voto de confianza al joven que es tu hijo

-Esperemos que así sea- veo como arruga su falda, formando puños mientras inhala.

-Tengo cosas que hace así que- me acerco para darle un beso en la frente.

-Anda, esperemos que no me estés mintiendo y estés ocupando esto como una excusa.

Asiento, ya que de nada serviría responderle siquiera con la mayor sinceridad, porque de igual modo dudaría.

Al llegar a mi cuarto me tomo el tiempo necesario para cerrar la puerta y que esta no provoque el más mínimo ruido.

Esta es la única bendita manera que obtener algo de privacidad en esta casa, además del obvio momento en el que me quedo solo en casa lo que no es habitual

Dejo mis cosas a un lado de la cama en el suelo.

Veo el reloj en la pared.

Me recuesto en la cama colocando las manos bajo la nuca.

-Oh, solo son 20 minutos- hago una pausa cuando ralentizo mi respiración- Al menos si me sirvió aprenderme el camino hasta casaPor lo menos así no va a desconfiar, espero.

Cierro los ojos en un suspiro.

-¿Ese chico será el mismo que el del paraguas?

Demonios, no tengo una buena imagen de ello

-¿Es posible tanta casualidad?

¿Será que el Señor tiene un maldito plan para acercarme a un chico extraño con su amiguita parlanchina?

Me siento dejando los pies colgando fuera de la cama y me quito la parte superior de la ropa que traigo puesta, ya que por alguna razón me dio un calor irracional. Mis manos ya están tibias.

Y en el momento en el que me percato de los pasos, mi puerta ya se ha abierto completamente y mi madre entra en escena.

-¡¿Por qué estás sin nada?! ¡Ponte algo! Ningún hijo mío se va a estar desnudando por mero gusto... –Se mete en el armario y comienza a sacar una camiseta con cuello- Yo no críe con completa educación a mi hijo para que se vaya exhibiendo ante cualquiera.

¿Habla en serio con lo de exhibirme? Estoy en mi cuarto, con el visillo colocado y solo sin la parte superior, y no es por mero gusto, sino por necesidad

-Además no tienes porqué mantener tu puerta cerrada.

-Claro mamá

-¿Y conociste a alguien hoy?- entiendo el doble sentido, la trampa que hay en la pregunta- ¿Hiciste amigos?

La Pausa de un Cariño IncontrolableWhere stories live. Discover now