5-

31 4 11
                                    

Eamonn.

Abrocho uno a uno los interminables y desesperantes botones de la camisa. Y al terminar me miro al espejo sintiendo como los brazos de mi madre me abrazan por detrás.

-Hijo-La miro a los ojos a través del espejo- Te ves muy apuesto- Sonríe, es una sonrisa triste.

-Gracias mamá- sobrepongo mis manos a las suyas un momento y luego las quito delicadamente para girarme.

Paso por su lado y tomo mis cosas.

-¿Estás listo?

Asiento.

-Listo.

-¿Nervioso?- me toma por los hombros y me mira compasiva manteniendo unos ojos tristes, tal y como si me fuese a perder.

Subo y bajo los hombros.

-No es exactamente como lo llamaría- Hago una pausa.

Más bien estoy: MALDITAMENTE nervioso, sí, eso encaja mejor con la situación

-Pero sí, básicamente así es como me siento.

-Mantente en calma y recuerda que el Señor está siempre contigo, cuidándote Además, con lo bueno que eres- coloca su mano en mi mejilla- y lo bello, seguramente llamarás la atención de todos.

Justo la mierda que temo que se cumpla, además de que con este bendito color de cabello, no tengo muchas opciones

Sonrío forzadamente mientras me sobo la mejilla y mamá sale.

-Hijo- me llama papá y me acerco- Ven aquí- me detengo a unos pocos pasos de distancia-Ven para darte la bendición para que el Señor ilumine tu sendero y te ayude a buscar una salida a cada problema

Me aclaro la garganta y se detiene.

-PapáRecuerda que estamos en casa- sonríe.

-Tienes razón, lo lamento hijo- nos abrazamos y me despeina- Tu madre te espera, anda- y cuando comienzo a acercarme a la puerta me grita:- ¡Éxito en tu primer día!

-La suerte es para los fracasados o para las personas que no creen que pueden lograr su objetivo, y el éxito es para los ganadores- murmuro entre dientes.

Me giro un momento.

-¡Gracias papá!

Cierro la puerta cuando salgo. Mis manos tiemblan cuando entro en el auto. Suspiro y durante todo el camino no suelto el cinturón de seguridad.

Trato de relajarme antes de despedirme de mamá.

Bajo del auto.

Cruzo la acera y doy mis primeros pasos dentro.

Miro alrededor

¿Por qué mierda ese chico que me está mirando se me hace tan conocido?
























































🌂 - 🌂 - 🌂



































Richard.

Mantengo el brazo estirado cuando paso por la reja que me separa de la cancha de entrenamientos, dejo que mis dedos pasen por entre medio mientras avanzo hasta que la reja de alambre se acaba y me separo.

Llego a la esquina y doblo, camino hasta que encuentro a alguien conocido en la entrada. Al llegar saludo a todos.

-¡Déjame adivinar!- salta Eva mordiéndose el labio- No dormiste bien anoche y te hicieron levantarte temprano- hace las comillas con los dedos-, o más bien te lanzaron de la cama pero aún así llegaste casi justo a la hora- la apunto con un dedo, levanto un pulgar y asiento a su favor, sonríe.

Me siento apoyándome en el barandal, converso con los chicos y chicas a mi alrededor, hasta que me distraigo poco a poco fijándome en la hora que marca mi reloj, sintiendo que entre más cercana sea la hora de entrar, más rápido corre.

Diez minutos, ese es el tiempo antes de que toquen la campana.

¿Vas a venir atractivo misterioso?

Me aferro al barandal y giro, tratando de que se note casual y miro hacia los estacionamientos.

Nueve minutos.

Conocidos y desconocidos son los que transitan, pasan por mi lado cientos de personas con las que probablemente nunca hable, tal y como si fuera un juego.

Ocho minutos.

Me detengo a mirar a alguien. A lo lejos no puedo asegurar a ciencia cierta de quien se trata, pero al notar aquel caminar erguido al cruzar la calle como si siguiera una línea predeterminada, pienso en la posibilidad.

¿Será él? ¿Será este chico con el que ya deseo más y o solo mi mente está tan confundida que coloca rostros donde no calzan cuerpos?

Si no es él, debo admitir que tal atención no debe ser errada, es él.

Me impulso al sostenerme de la baranda.

-¿A dónde vas?- me detengo unos pasos más adelante.

Siete minutos.

-¿Yo? A-A ningún lado, ya vuelvo

Mis piernas se adelantan y acelero el paso.

Paso frente a él, lo suficientemente cerca como para sentir su roce y percibir su esencia, es él.

-¡Oye ¿Qué te pasa?! ¡Casi me chocas!- me volteo y camino de espaldas, le sonrío- ¿No eres?- se detiene y sinceramente creo que eso es lo que dijo, en el momento antes de que yo terminara chocando contra un árbol donde me quedo apoyado unos momentos.

-¡Richard!- me giro y veo a Eva haciéndome señales.

Y así comienza

La Pausa de un Cariño IncontrolableWhere stories live. Discover now