Capítulo XII

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Agamé salió del campamento romano en busca de exploradores. Se alejó cada vez más hasta que pronto las luces de sus hogueras quedaron totalmente ocultas tras el horizonte. La mujer se dirigió entonces rápidamente al campamento enemigo que estaba justo al otro lado.

Unos exploradores sármatas la vieron acercarse, y con un gesto dejaron que pasara.

Aún tuvo que caminar un buen rato hasta llegar a una de las entradas del campamento. Vio a uno de los soldados de Arxas que montaba guardia junto a otros hombres.

-¿Dónde está Arxas?- le preguntó Agamé- ¿Aún no ha llegado?

-Mandamos a unos exploradores a avisarle. Está con el grueso del ejército.

Los hombres se miraron y uno de ellos dejó la guardia para dirigirse a descansar junto a las hogueras.

-¿Y mi padre?- preguntó Agamé, sin poder ocultar su preocupación. No le había visto en la reunión de tribus.

-Han llegado muchos hombres y pronto se reunirá el resto del ejército con nosotros. Algunos de los que se han ido incorporando están en el centro del campamento. Pero no sé mucho más.

La mujer se despidió y se dirigió allí. Las tiendas más grandes estaban en el centro de la multitud. Enseguida pudo distinguir al hijo del rey junto a varios generales. Llevaban los uniformes sucios, como si acabaran de llegar de una larga travesía y aún no se hubieran podido asear. Al gran rey no se le veía por ninguna parte.

-¿Y Arxas? ¿Aún no ha llegado?- preguntó Agamé acercándose al círculo de hombres. Éstos le miraron con hostilidad, pero el hijo del rey le sonrió con amabilidad.

-No, preciosa. Pero no tardará- respondió Borístenes y despidiéndose de los generales se acercó a ella y la cogió del brazo con delicadeza- ¿Puedes explicarme qué haces aquí y por qué no estás con tu romano?

Agamé le contó todo y cómo Malio era el que estaba detrás de la exitosa estrategia romana.

-En poco más de dos horas quieren atacar con todo lo que tienen, aunque algunos no están muy conformes con seguir el plan... Es posible que no se lancen esta noche, pues a los romanos les gusta hacerse fuertes y entonces atacar. Es algo nuevo para ellos todo lo que está pasando. Estad preparados o será el fin de todos. ¿Dónde está mi padre?

Boristenes sonrió, mientras juntos se alejaban de las tiendas hacia el río que era el límite del campamento y la zona más cercana al enemigo.

-Sígueme, tenemos muchas cosas de las que hablar. Ambos hemos estado en el lado romano. Yo como rehén en la ciudad durante años. Allí, alejado de los míos y sometido a sus enseñanzas. Pero tú, preciosa, has amado a tu carcelero.

Agamé sintió la mano sudorosa de Borístenes que la agarraba con fuerza. Intentó zafarse pero él la aprisionó hasta hacerle daño.

-La ardiente compañera del mayor traidor a nuestro pueblo. Creo que podemos compartir conocimientos y acordar la mejor estrategia juntos, ¿no crees preciosidad?

Borístenes continuó sonriendo, ignorando el gesto de dolor de la mujer que caminaba a su lado al aprisionar su brazo con saña.

-Mi rey aún no ha llegado- repuso con voz sombría mientras estiraba a la mujer hacia la orilla del río- Pero mientras llega, vamos a pasarlo muy bien juntos. Y no hace falta que sigas preguntando por tu padre. Está muerto.

Malditos diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora