Capítulo VI

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Unos golpes en la puerta los despertó abruptamente. Malio se desperezó y se echó una manta por encima. Agamé se vistió rápidamente con su traje de montar. Los anchos pantalones azules con los cordones rojos que ató firmemente a sus fuertes piernas y las finas botas de cuero. Y por encima un chal de rayas verdes y amarillas.

-¡Abrid! ¡Levántate, maldito holgazán!

Malio abrió la puerta y un par de legionarios entraron a empujones junto a un hombre asustadizo con una ancha capucha que cubría su rostro. A pesar de ello, Malio observó que olía a perfume, como una mujer. Cuando bajo la capucha sus ojos almendrados se veían enormes en su fino rostro, manchado por infinidad de pecas que aumentaban su exotismo. La tosca capa de legionario desentonaba totalmente con el personaje. 

-¿Qué haces aún aquí?- le preguntó uno los legionarios.

 Malio reconoció a ambos soldados. Uno era el famoso Polox, el centurión que fue degradado hacía muchos años mientras luchaba en Britania. Se comentaba que se había negado a ajusticiar a unos soldados y que por ello se le degradó de por vida. Muchos le admiraban por ello, a pesar de que aquello había acabado con su carrera militar.

El otro soldado era uno de los guardas que estaba siempre junto al legado. Al parecer alguien se había dado mucha prisa en anunciar que no había salido por ninguna de las puertas de Lasat al amanecer.

-Tienes tus órdenes, y hay que cumplirlas- dijo Polox.

-No voy a ayudaros- respondió Malio mientras se acercaba a la mesa y rellenaba hasta rebosar un vaso con vino. Agamé le miró intrigada pero le imitó y ambos bebieron de sus copas metálicas. Polox se llevó la mano a la espada, pero no actuó.  

-Eh, tú- le dijo el otro, que parecía estar al mando- ¿Me reconoces? Soy Gayo. Estaba de guardia en el despacho del legado anoche.

Malio cabeceó afirmativamente. Era el legionario que le hizo una señal cuando se iba. Era un hombre joven, pero la cicatriz que surcaba su cara desde la ceja hasta el labio superior le daba un aspecto fiero. 

-Sé que le dijiste al tribuno que si venía Arxas te avisáramos. Pues bien, ha venido. Explícaselo.

El hermoso joven se acercó al grupo. Todo él parecía brillar bajo la acción de ungüentos suntuosos. Cuando alzó la voz, sonó tan dulce como su rostro aniñado.

-El tribuno Antoninus recibió el mensaje de que Arxas y otros líderes están reunidos muy cerca de la frontera. Pero te aseguro que no quiere firmar ese pacto. Por eso quiso que fueras tú. Estaba seguro de que tu orgullo te cegaría y acabarías por no presentarte, o que al hacerlo conseguirías que te mataran. Hay muchos intereses porque esta paz no se alcance... sobretodo desde algunas facciones del Senado. 

El hermoso joven titubeó y miró a los legionarios que le acompañaban. Gayo apoyó una mano en su hombro y asintió. 

-Mi amo me ordenó redactar una carta dirigida a algunos senadores. Gente muy poderosa interesada en abrir cuantos más frentes mejor para poner en aprietos al emperador- pareció aterrarse ante sus propias palabras y con los ojos muy abiertos siguió hablando cada vez más deprisa- Pero no me hagáis repetirlo ante nadie ¡porque lo negaré todo!

Gayo se alejó del tembloroso esclavo y se acercó a Malio mirándole fijamente al rostro. Los ojos del legionario no mentían. 

-No me importa nada la política- dijo Malio encogiéndose de hombros al ver que todos le miraban y esperaban su respuesta- Pero hacéis bien en recordarme cuál es mi prioridad. Si este...- dijo mientras señalaba al hermoso joven- hombre dice que Antonius no quiere el tratado, y sus deseos son contrarios a los del emperador, yo tengo que desbaratarlos. 

El esclavo suspiró aliviado y cubriéndose con la capa y la capucha sólo sus ojos almendrados quedaron a la vista. Los dos legionarios y él salieron mientras Agamé acababa de hacer todos los preparativos y Malio se vestía.

Cuando salieron y fueron a las caballerizas que habían detrás de la taberna les esperaba Polox. El esclavo y Gayo se habían ido sin dar más explicaciones.

-Os acompañaré hasta la entrada de la ciudad- dijo el legionario- No queremos más problemas, ¿verdad?.

Malditos diosesWhere stories live. Discover now