3. Cuídame, soy frágil

464 55 3
                                    

~3~

Siem

Han pasado días, hicimos varios conciertos, casi ni quedan funciones por tocar en la parroquia y aún no he vuelto a ver a Kaya. No puedo dejar de pensar en ella, me han dicho que no ha salido de su cuarto y no paro de culparme por lo que está pasando. Necesito saber qué es lo que ocurre en su cabeza. No resisto más el impulso de ir a buscarla y voy directo a donde se encuentra. Me acerco hasta su puerta y doy dos golcitos a esta.

―¿Sí? ―Oigo su voz después de tanto tiempo y mi corazón se acelera.

―Em... yo... ―Trago saliva ―. Soy Siem.

Se hace un silencio que parece interminable.

―¿Qué sucede? ―Hace otra pausa pero más corta ―¿Me necesitan en la sala? ―pregunta en un tono bajo y luego aclara ―Estoy terminando de coser unas prendas que me pidieron.

―¿Durante tantos días? ―expreso desconcertado.

―Sí, desde aquí es más fácil, nadie me molesta ―explica.

―Tengo tu crucifijo ―Cambio de tema.

Se hace otro silencio eterno, aunque esta vez, luego de un rato, se escuchan sus pasos y abre levemente la puerta de su habitación, para espiar.

―¿De verdad? ―pregunta en un tono bajo y abro mi palma para mostrarle, intenta agarrarlo pero alejo la mano, lo que la hace salir de la habitación ―Dámelo ―exige.

―Dime qué hice mal y lo arreglare ―aclaro de repente y se sobresalta.

―Ya te explique que no es tu culpa, que no tiene nada que ver contigo, deja de disculparte ―me pide y baja la cabeza avergonzada, evitando mirarme.

―Me iré en unos días, Kaya ―aclaro entonces alza la vista ―. Solo me gustaría saber, si quieres conocerme.

Se forma un tercer silencio casi interminable.

―Sí ―Sus mejillas se ruborizan.

Sonrío.

―Excelente.

―¿Me lo devuelves? ―Alza la mano cuando se refiere al crucifico.

―Lo haré, pero ven a la última función.

―¿Eh? ―expresa confundida.

―Te lo daré en la última función ―repito.

―¿Por qué?

―Confía en mí, no es nada malo.

Asiente y me retiro, me voy derecho para prepararlo todo para ese día.

Kaya

Decido confiar e ir al último concierto de los Northern Lights en la parroquia. No sé lo que va a pasar pero me aterroriza, aunque no debería serlo. La verdad, es que me siento muy cómoda cuando estoy con Siem. Si no fuera por mis miedos, lo aceptaría sin pensarlo. Aun así, los estoy combatiendo bastante bien, yendo a verlo. Es algo positivo, debería sonreír, y en realidad eso hago. La última canción termina y el chico que he venido a ver baja del escenario, me sobresalto cuando me agarra de la mano, entonces empezamos a correr ¡¿En qué estará pensando?!

―¡¡Espera!! ―grito asustada ―¡¿Qué haces?! ―Logro hacer que nos detengamos en la puerta.

―Confía en mí ―insiste.

Niego.

―No puedo.

―Por favor ―suplica.

―No puedo ―repito ―no confío en nadie, menos en un hombre ―confieso y creo que entiende a lo que me refiero, porque suelta mi mano.

Sonríe.

―Te demostrare que no quiero hacerte nada malo ―Alza la vista y yo hago lo mismo cuando señala el cielo ―. Mira.

Mis ojos se abren en grande, viendo como comienzan unos fuegos artificiales, como si fuera magia, allí arriba se forma una frase.

"Déjame cuidarte".

Quedo atónica y no tengo palabras para describir como me siento, así que él vuelve a hablar.

―Un amigo de Luan me hizo el favor ―refiriéndose al vocalista ―me preguntaron qué frase poner y me puse a averiguar más sobre ti ―me cuenta y me sobresalto ―la monja terminó diciéndome lo que te ocurrió, así que decidí elegir este pedido, para demostrarte que no quiero lastimarte, sino cuidarte ―Me sonríe, entonces lo miro ya con mis ojos llorosos ―. Entonces ―Agarra mis manos y me devuelve el crucifijo ―¿Qué me dices?

Abro la boca lentamente y contesto con toda sinceridad.

―Cuídame, soy frágil.

El fin.

Relatos Ricoy (Probando tus celos)Where stories live. Discover now