2. Sello perdurable

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Bueno, el sexo casual es normal en estas épocas ¿no? Aunque creo que mi prima no entiende eso, porque está tan emocionada cuando se lo cuento, que creo que confundió todo.

―Fue solo un calentón y ya ¿Por qué chillas? ―me río.

―¡¡Quiero detalles!! ―se emociona más y agita los brazos mientras se mantiene sentada a mi lado en el sillón de su casa.

―¿Qué detalles? No hay ninguno.

―No seas aguafiestas y cuenta ―hace puchero.

―¿Acaso yo te pregunto lo que haces con tu marido en la intimidad?

―Quieres que te cuente ―mueve las cejas.

―¡¡No quise decir eso!! ―me sonrojo.

―Ay ¿así qué chiste? ―vuelve a hacer puchero ―. Igual no te iba a contar... ―baja la cabeza y se ríe ―porque igual aún no podemos hacer nada.

―Pobre Ian ―me río también ―¿Lo tienes de abstinencia?

―Yo no, ese es el ginecólogo ―tiene una amplia sonrisa y luego me observa de manera picara ―pero volvamos a tu asunto, ¿Cuándo se repite?

―Fue cosa del momento, no se va a repetir ―ruedo los ojos.

―¡Pero...!

―Dejen de hablar de sexo ustedes ―nos interrumpe Ian saliendo del baño ―. Que me tengo que dar cinco duchas heladas más por ello.

Ambas nos reímos aunque a él no le hace gracia, aunque debería detenerme o me bajaran el sueldo, al menos no es Crista o sino estaría perdida.

Nick

La Reina me tira un zapato y caigo de mi asiento para atrás. Auch, me dolió. Luego río mientras me levanto y me acomodo en la silla de su despacho.

―¡¿Dónde tienes la cabeza?! ―me reprende ―¡Levanta eso!

Le devuelvo su zapato y vuelvo a sentarme.

―Ya termine todo lo que debía hacer ¿Por qué está enojada?

―No estoy enojada, me gusta la eficiencia y pareces distraído.

―Además de ocuparme de su competencia ―levanto un pendrive y se lo entrego ―. Estuve ocupándome de un asunto absolutamente personal, pero nada que me distraiga de mis labores ―hago mi gran sonrisa.

―¿Personal? ―levanta una ceja y luego sonríe ―¿Una aventura quizás? ―bromea un poco.

―No, estrictamente profesional o algo así, investigo algo ―me río.

―Cómo sea, sea lo que sea lo que estés investigando, que no te distraiga de tus labores para conmigo ―entrecierra los ojos.

―Mi Reina, me conoces, nada se me escapa aunque parezca que sí ―expreso seriamente ―. Yo puedo estar en muchos lugares a la vez.

―De eso no tengo duda ―sonríe.

―Bueno, continuare con mi trabajo ―me levanto de mi asiento ―¡Nos vemos, jefa! ―hago un saludo de militar con la mano en mi frente y me voy alegre fuera de la oficina.

Los días pasan y por otra casualidad de la vida, me cruzo otra vez que con Sarah, la cual me sonríe tranquilamente al igual que yo cuando la veo.

Relatos Ricoy (Probando tus celos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora