2. Sin dignidad no hay tregua

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~2~

Arianna

¿Si no tienes dignidad que puedes pensar de ti misma? Yo te diré qué, pues nada, porque no la tengo. Elías me ha rechazado otra vez, pero no me ha dicho que me odia, lo que me sigue dando esperanzas.

Su confusión alimenta mis deseos.

Abre la puerta de su casa cuando le toco el timbre y entro al ver que no hay nadie allí, cierra detrás de él, y me observa confundido.

―¿Qué haces aquí?

Grito a todo pulmón y lo señalo.

―¡¡Pues aunque tus padres se muden muchas veces, yo te encontrare y más vale que cuando te vayas a vivir solo, no haya otra allí!!

―Aria, por favor ¿A qué has venido? ―Alza una ceja ―¿No nos dijimos todo ya en la universidad? No quiero seguir repitiendo la misma conversación.

―Tú eres todo, todo mío y yo tengo que aclarártelo todas las veces que sea necesarias ―Apoyo las manos en las caderas y levanto la cabeza altanera ―¿Entendiste?

―Estás loca ―Rueda los ojos.

―Loca por ti ―Agarro sus manos ―¿Por qué no entiendes que somos el uno para el otro?

―¿No estás exagerando?

―Yo te amo, ¿tú no? ―digo esperanzada pero no habla ―¡Elías! ―exijo y sobresalta.

―Sí pero...

―¡¡Tu confusión se puede ir al cuerno!! ―Me arrodillo y comienzo a sacarle el cinturón del pantalón.

―¿Qué crees que haces? ―dice indignado.

―Pues atiendo tu lado macho, es el único que me acepta sin negarse ―expreso sonrojada y abro el botón de su pantalón ―¿Recuerdas en la secundaria? No importa las veces que me has rechazado, esto siempre funciona ―confieso.

―Aria, eso es trampa ―Se muerde el labio inferior.

―Por tu reacción, he de suponer que no has estado con otra ―expreso satisfecha ―. Qué bien, estoy feliz.

Aunque algo avergonzada.

Mi corazón se acelera cuando le bajo la cremallera, mojo mi boca moviendo mi lengua a través de esta y respiro en profundidad, entonces agarro con ambas manos la tela de su bóxer, Elías apoya su espalda en la puerta, lo miro un momento a sus ojos verdes, los cuales se oscurecen, espera ansioso y excitado, puede notarse en su gesto, con una respiración agitada y a la expectativa de mis acciones.

Lo tengo a mi merced.

Me avergüenza mucho hacer estas cosas, pero sé que a él le encantan, me arrastraría a cualquier mundo pervertido por Elías, no me importa nada.

―Aria... ―Apoya la mano en mis cabellos rojos ―estoy esperando ―me avisa porque ya lo hice imaginar un montón de fantasías.

―Ya... ya voy.

―Si no quieres, no lo hagas ―me aclara.

―¡¡Te dije que ya voy!! ―le grito ―¡Ay! ―chillo cuando la puerta se abre y Elías cae sobre mí.

Veo entrar a ambos papás de mi ex, los medio hermanos Elek.

―¿Interrumpimos algo? ―pregunta Andrew.

―Sigan, no me quejo ―Hace una carcajada Carter.

―Na... ¡Nada que ver! ―Se levanta Elías, yo hago lo mismo, y él se sube el pantalón, me saca su cinturón de mis manos, entonces comienza a ponérselo ―¿Qué hacen ustedes dos aquí? ―se queja ―¿No iban a hacer su cena familiar?

―Vinimos a invitarte para que no estés solo, pero no hace falta ―Vuelve a reír ―. Esa es toda mi herencia.

―No seas indecoroso ―lo reprende su hermano y le da un codazo ―. Los dejaremos solos, mil disculpas ―Sonríe.

―No hace falta ―Alza las manos Elías ―Aria ya se iba ―Me observa ―¿No es así?

Frunzo el ceño.

―¡¿Por qué no te vas un poco a la mierda?! ―expreso molesta y lo empujo para después salir corriendo de allí.

Estoy indignada, siempre me deja para después, incluso cuando tenemos sexo. Sé que me olvidare de esto y me volveré a arrastrar, pero no puedo evitar lloriquear por él. Me tiene cansada su confusión.

Llego a mi casa y me detengo al visualizar a Darío, un amigo que me quedo de la secundaria, sentado, esperándome en la puerta. Se levanta cuando me ve y se me acerca, entonces me sonríe.

―Arianna.

―¿Qué pasa? ―pregunto confundida.

―No sé ―Apoya la mano en su nuca ―no te he visto en días y me preocupe.

Pongo las manos en mis caderas y levanto la cabeza con altanería.

―Estaba haciendo mi investigación, te dije.

―¿Otra vez sobre Elías? ―Frunce el ceño.

―¡¡Te dije descubriría dónde estaba mi novio!! ―Alzo los brazos.

―Tu ex ―me corrige.

―Lo sé, lo sé ―Bufo ―pero...

―Ya olvídalo, te está arruinando ―Rueda los ojos ―hazte respetar de una buena vez.

―¿Sabes? Eso me dijo él, pero no me importa, mientras Elías siga confundido, tengo oportunidad ―Levanto el puño ―. No le daré tregua, será mío de una manera u otra.

―¿Y no hay oportunidad para otros chicos? ―Da un paso cerca de mí y retrocedo, de repente me agarra de los codos, entonces pone su rostro a centímetros del mío ―Por ejemplo, yo.

―Darío, no digas estupideces y suéltame que no quiero golpearte, somos amigos ―le aclaro.

―Pero podemos ser algo más ―Agarra mi rostro y me besa, termina empujándome contra la pared, entonces siento su lengua en mi boca, así que comienzo a forcejar.

¡¡Se está pasando!!

Relatos Ricoy (Probando tus celos)Where stories live. Discover now