Era más simple dejarse llevar por las emociones del momento, más simple ignorar lo que es supuestamente correcto. Para JeongGuk era entre una simpleza y una mala costumbre, porque solía hacerlo para después arrepentirse, por más que creyera que su posición era la correcta. La forma de expresarla era la incorrecta. Estaba enojado y muy a la defensiva.
Su mánager, el señor Yang, no le decía nada a pesar de que todo el mundo supiera ya lo que había sucedido en la mayoría de las redes sociales. Artículos respecto a esa simple foto y los demás sucesos se habían vuelto virales, al igual que la palabra que tantas vueltas daba a su cabeza. JiKook. Ni siquiera sabía si lo suyo con JiMin funcionaría, y los fans ya formaban teorías, sobre hacía cuánto se conocían, desde qué momento se comenzaron a gustar, oh. Llegaba a ser un poco molesto, pero como él mismo había dicho, no podía controlar las cosas que sus fans hacían.
Pero éso SeokJin no lo comprendía mucho. Él era muy precavido, muy cerrado en su cuadrado de lo correcto, y le costaba salir, por más que quisiera. JeongGuk notaba éso. Habían hablado del tema más de una vez porque el mayor quería ser tan liberal como el rapero lo era, y de vez en cuando le pedía consejos. Ahora no era así, en absoluto, pero JeongGuk tenía la misma clase de nervios.
No quería decir algo mal. No quería quedarse por horas dando vueltas una frase en su cabeza, por si se hubiera malinterpretado. No quería sentir que estaba siendo una mala influencia, que su manera de pensar era frágil y poco convincente. Porque no llegaría a entender las razones y éso le hundiría más.
La puerta se abrió. SeokJin le miró con seriedad, se notaba su intención de querer exigirle respuestas y que aceptara unas disculpas que quizás no saldrían jamás de su boca. A veces, SeokJin podía guardar mucho orgullo dentro de sí, y sabía que estaba mal. No se adjudicaba el orgullo como algo positivo. Le costaban muchas cosas, pero el orgullo era lo que más barreras le ponía a su vida.
JeongGuk se sacó el gorro y pasó una mano por su cabello, antes de tímidamente y con cautela mirar a SeokJin a los ojos. Era algo que odiaba, ser mirado por el resto a los ojos, porque se sentía muy expuesto. Decían que los ojos eran la puerta al alma, y JeongGuk era muy expresivo. No quería otorgarle a la gente el poder de saber sus sentimientos reales. Pero SeokJin necesitaba saber que realmente lo sentía.
Sin embargo, no sabía qué decir. Tenía muchas cosas dando vueltas por su cabeza, y su presencia había llevado consigo una tensión bastante potente. tragó saliva.
- Sabes, - interrumpió sus pensamientos SeokJin. JeongGuk no dejaba de mirarle, con ésa expresión seria que intentaba guardar su tensión. Recordó su tweet sobre que quería ser un gallo, porque veía que los gallos tan sólo eran y miraban en busca de comida. No podía saber lo que un gallo sentía. Apretó su mandíbula.- sé que tu pensamiento es demasiado liberal y personal para mí. Sé que a veces soy duro contigo, que me cuesta ser condescendiente a pesar de que obtienes mi permiso para todo. Pero... no. Por éso, perdóname.
- SeokJin, no necesitas-
- No, déjame seguir. - ésta vez fue el turno de SeokJin para interrumpir a JeongGuk, cosa que el rapero halló graciosa. Sin embargo, no sonrió.- No puedo ser igual que el resto porque no es lo que quiero ser. Quiero que traigas libertad al pensamiento tan retrógrada de éste país, pero me da miedo de que falles, porque eres un cambio radical. Y a veces no sé cómo tomarlo. Ya sabes... cuál fue mi reacción cuando me dijiste que...
- ¿Que no tengo preferencia sexual?
- Sí. Es algo que...al menos aquí... no es común. - murmuró el joven adulto con el ceño fruncido y bajando la cabeza.- No necesito explicaciones tuyas, sólo que me perdones y me dejes perdonarte.
- No, SeokJin. No necesitas mi perdón. - carraspeó JeongGuk, con las manos luego en sus bolsillos. Solía guardarse las manos en señal de relajo, pero ahora tenía sus hombros tensos, y se notaba que era una forma de intentar relajarse cuando en realidad necesitaba simplemente hablar.- Bueno, en realidad sí. Pero sabes cómo soy. No sé aceptar que a veces necesito ayuda.
- Y mucha.
- Sí, bueno...
Fue cuando se miraron de nuevo y soltaron risitas. 'No puedo creer que de nuevo me haya enojado contigo'. 'Qué imbéciles que somos, por favor'.
- ¿Perdón?
- Perdonado. No te preocupes.
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