Paseo nocturno

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Sirius tenía una motocicleta.

La había construido él mismo, al igual que había aprendido a conducirla aunque aún era menor, y se le daba realmente bien.

La escondía en la casa de los gritos, y a veces, cuando se sentía frustrado o nervioso por algo, se daba una vuelta con la motocicleta para despejar su mente.

Siempre por la noche, claro, no era cuestión de que los profesores le pillaran y le quitasen a Elvendork, como había bautizado a su querida moto.

Le había dejado la motocicleta a James alguna vez, y en una ocasión llevó a Peter a dar una vuelta a petición del mismo.

Sin embargo, quién nunca había accedido a subir a Elvendork era Remus.

El castaño decía que no quería porque era peligroso y además, si los pillaban, los expulsarían. Pero Sirius tenía el presentimiento de que no era por eso.

Él era consciente de que a Remus le daban miedo las alturas. ¿Y qué tiene que ver eso? Bueno, es que Elvendork no era una motocicleta normal, sino que podía volar.

La de veces que Sirius había intentado convencer a Remus de que subiera a la moto no se podían contar de tantas que habían sido.

El castaño siempre se negaba, poniendo la misma excusa, una y otra vez.

Sirius sentía una extraña necesidad de hacer que Remus perdiera su miedo. Quería hacerle ver que sobrevolar Hogwarts a la luz de las estrellas eran increíble. Además, iría con todo el cuidado posible, no tenía intención de que ninguno de los dos saliera mal parado.

Así que cuando Remus le preguntó a Sirius que qué quería como regalo de Navidad, el moreno no desaprovechó la oportunidad.

"Te quiero a ti, conmigo, en mi moto" Respondió sonriente, sin darse cuenta de la expresión que pusieron dos chicas que pasaban, sonriéndose con complicidad.

Remus se sonrojó y lo miró sorprendido y avergonzado.

"¿Qué?" Preguntó.

"Qué quiero que montes conmigo en Elvendork. Sé que te dan miedo las alturas pero..."

"¡No me dan miedo las alturas!" Exclamó Remus "Lo único que me da miedo es caerme y matarme".

Sirius lo miró con ojos de cachorrito, haciendo un puchero. Remus suspiró. Jamás lo admitiría, pero era imposible decirle que no a Sirius cuando ponía esa cara.

"Bien. Pero solo porque es Navidad. Y me debes una, Black" Respondió.

Sirius se abalanzó sobre él y lo abrazó por el cuello.

"¡Sí!¡Gracias, Moony! ¡Ya verás como nos lo pasamos genial!" Exclamó sin darse cuenta del potente sonrojo del chico.

*****

Era noche de luna nueva. Las estrellas brillaban con intensidad, reflejándose en el lago negro, que se encontraba en calma, sus aguas se mecían al ritmo de la suave brisa que recorría las afueras de la escuela.

Cerca del Sauce Boxeador, cuyas ramas estaban paralizadas, señal de que alguien había presionado el nudo para calmar al árbol, se hallaban dos chicos, uno muy feliz, y el otro muy nervioso.

Sirius le tendió su casco a Remus.

"¿Y tú qué?" Preguntó el licántropo, tratando de colocarse el casco con sus manos temblorosas.

"Si alguno de los dos se va a romper la cabeza, prefiero que sea yo. Al fin y al cabo, tú eres más inteligente" Bromeó el moreno, atando el casco de Remus ya que éste parecía tener problemas para hacerlo él mismo.

DRARRY & WOLFSTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora