[1] Realidad

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El primer día de la semana solo nubló sus sentidos. Se giró de un lado a otro tratando de poder luchar con el objeto pesado que casi la dejaba sin respiración, de alguna manera u otra, consiguió liberarse de esa prisión que no le permitía respirar.

Los ruidos eran infernales, podía captar esos pitillos como si se trataran del claxon de los vehículos..., de los buses..., de la mayor característica de la ciudad. Intempestivamente, Alhena abrió los ojos lo bastante asustada lo cual no le permitió darse cuenta que estaba al borde de la cama y con ello provocó su propia caída; aquello no le fue una gran causa de problema ni dolor sino al ver todo a su alrededor, se levantó y corrió por ese pequeño departamento tratando de creer lo que veía. Nuevamente.

Sus cosas, sus pertenencias, todo estaba en el mismo lugar donde lo había dejado, luego fue hacia su cómoda buscando alguna índole de lo que vivió no fue un simple sueño, sino algo real. Alhena lucía unos pantalones de dibujos con unicornios y una camiseta negra de su película de moda Avengers, fue entonces que se dio cuenta que todo estaba tal y como dejó, como siempre debió estar y así debió ser.

Todo como ese día en que despertó en cama, nada había cambiado.

—¿Hasta cuándo seguirás creyendo que fue real? —se cuestionó tras dejarse caer al suelo, mirando perdidamente la ventana, la cual debió estar rota pues su aventura había comenzado desde ese punto—. Hades, Catalina..., amigos...

Pero no había nadie más que ella y su reflejo en su viejo espejo. Sí, todo parecía haber sido nada más que un sueño muy real, y lo confirmó al ver que no tenía ni siquiera algún rasguño de lo que había vivido en el Santuario, junto a sus amigos, deliberadamente todo era una muy mala broma de su mente. Y hacia unos días intentó creer que todo fue algo real, que lo vivió y no un simple sueño.

—Fue demasiado bueno para ser real, demasiado.

No se inmutó a perder el tiempo en cavilar cosas de un simple sueño por eso se puso de pie y volvió a realizar las mismas rutinas que siempre había hecho desde que llegó a la ciudad: Estudiar y trabajar.

O por lo menos ella intentaba sostenerse sin caer en la locura del estrés por las tareas que ejercía en su vida real, en esa vida donde la magia o el cosmos no existían y que la hermosa vida del campo solo era..., bueno, solo podía verlo en recortes de revistas o por internet. Fue entonces que la chica se dio cuenta de la hora, se bañó, desayunó y vistió, lo mejor era tratar de recordar lo que había sucedido en los días anteriores o al menos volver a la rutina pues no recordaba mucho de lo último que hizo antes de llegar a su casa.

—Buenos días Alhena—saludó una mujer cuando ella bajó los las escaleras al recibidor del condominio—, parece que te has levantado de muy mala gana.

—Buen día señora Cassandra—respondió la chica, sujetando la tira de su bolso—, solo que me dio pereza salir.

—¿Te vas a buscar trabajo? —preguntó lo cual la chica enarcó una ceja, no recordaba en verdad lo que pasó antes de ese sueño—. Ayer dijiste que no me preocupara por el pago del departamento pues te habían echado de tu trabajo.

—Ah, sí, perdón, estoy un poco distraída.

—No es para menos, estar desempleado no es algo divertido—dijo la mujer expresando una mirada triste y preocupada—. Tómalo con calma, puedo esperar que me pagues así que no te causes un conflicto emocional, en ese aspecto me recuerdas a mi hijo Christopher.

Alhena asintió, poco recordaba la historia de la dueña del condominio, pero sabía que tuvo un hijo que desapareció hace ya más de dos años, aunque según los policías es que era muy seguro que el chico hubiese fallecido cuando se marchó hacer una excursión de la universidad. Tal vez por esa razón es que Cassandra no le agradaba oír temas de paseos o lugares turísticos, únicamente porque el recuerdo de su único hijo aun le hería.

[Finalizado] A través del Tiempo [Temporada 2]Where stories live. Discover now