Capitulo Ocho

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--¿Y ahora que estamos solos...--me dijo mirándome fijamente, deseándome--...que te gustaría que hagamos?

Me quede mirándolo con mis ojos bien abiertos, absorta a tal pregunta. Es obvio que sé a qué se refiere. Es muy hermoso y todo, pero ¿acostarme con él? Me puede gustar mucho, pero no por eso voy a decirle que sí, es lo que una persona normal haría.

Además, ni siquiera me he depilado, no estoy lista para hacer esto con él. Y peor, es que estoy con la regla. No puedo y no quiero.

Una puntada fuerte me dio en la parte del abdomen bajo. Trate de no hacer expresión alguna para que no se diera cuenta.

Yo al no dar una respuesta, remato con otra pregunta, que sinceramente, no me la esperaba.

--¿Te gustaría que te prepare algo? —Me pregunto con toda la paciencia del mundo, quizás parezco una loca pensando esas cosas y el solo quiere tomar algo conmigo. Seguramente se dio cuenta.

--No te preocupes, yo lo preparo—digo levantándome del sillón, dejando los zapatos al costado. Iba caminando hacia la cocina con mi cara de tonta, como pude pensar eso.

El me siguió y me tomo del brazo para detenerme.

Su mano.

Su brazo.

Contacto.

Piel con piel.

Me muero.

--Trata de no ser tan estúpida, Annie. —me dije internamente.

--Yo te lo preparo. —insiste, con esa cara de preocupación.

--Yo lo puedo hacer. —Me volvió a dar una puntada, y esta vez si cerré los ojos.

--¿Ves? No estas bien. Indícame donde están las cosas y te preparo un té. Por favor. —Me dice acorralándome, los dolores son muy fuertes. Que mierda.

Odio estar así.

--Bien...--dije resoplando, apoyando mi mano en la isla de la cocina para sostenerme. —La pava eléctrica se encuentra allí, el té y café están en el segundo cajón y el azúcar en la segunda puerta de la alacena. Las tazas, están colgadas al costado del aparador aquel. —Le dije indicando y señalando todo.

--Bien, entendí, si quieres puedes ir a recostarte al sillón, en un momento te llevo el té. —yo solo asentí, y me marché de la cocina dirigiéndome al living, tratando de no morirme.

Llegue hasta el sillón y me recosté, su chaqueta se encontraba colgada en el perchero, así que la tome y me tape. Sintiendo su olor.

El se tardaba un poco y yo quede profundamente dormida, esperando que vuelva.

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Mis ojos comenzaron a despegarse debido a la lagaña, mi parte abdominal baja dolía y mucho, el segundo día era el peor de todos, el mas doloroso, el que me hacía cambiar de humor muy seguido, el que me ponía sensible, el día más horrible.

Pude abrir los ojos, luego de restregármelos, Sali de la cama y me dirigí al baño, caminaba a rastras, llegué y abrí el grifo, el agua estaba helada, hacia frio.

Me moje la cara, necesitaba despabilarme, debe ser muy tarde. Tengo muchas ganas de desayunar, mi estomago sonaba a lo loco. Me miré al espejo por primera vez ese día y me di cuenta de un detalle. Tenia una remera rosa pálido, y abajo solo tenia mi ropa interior con la toalla sanitaria.

Legalmente MillonariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora