Capítulo cinco

187 10 0
                                    

Knight

Después de casi trece horas de vuelo, un calambre, cinco tazas de té y dos hamburguesas; llegué. Las Vegas. Había olvidado lo horrible que es pasar tanto tiempo en un avión rodeado de tantas personas sin conocer a ninguna, sin embargo, agradezco al señor que vio mi desesperación y me regaló un libro con más de cincuenta sopas de letras para mantenerme ocupado.

Quería cancelar el viaje porque una parte de mi se rehúsa a demostrar que tengo mucho sobre mi plato, prefiero mantenerme lejos donde puedo mentir a través del teléfono. En cambio, tuve que empacar en cuanto mi madre llamó para regañarme por no arribar el día que había prometido. Ahora, no digo que todo esto de venir sea mala idea porque después de mucho tiempo, al fin podré encontrarme con uno de mis mejores amigos.

Pago en el taxi cuando siento a mi celular vibrar y sé que se trata de Miles. No respondo, solo me apresuro a entrar al bar donde sé que no van a molestarme porque conozco a la mayoría de los clientes.

El problema ahora es encontrar a ese pedazo de...¡Ahí está!

Está en uno de los bancos frente a la barra y antes de unirme a él, permanezco parado a su lado mientras observo como su vestimenta es diferente a lo que suele usar. ¿Está vistiendo jeans? No tiene nada de malo, solo que no le había visto sin traje en años. Tiene la costumbre de cuidar su imagen y por eso nunca luce informal.

—¿Miley? —llamo usando el apodo que le enfada y el aludido voltea a verme sin inmutarse. No sé que se le ha metido pero me agrada, al fin se muestra tal y como es —. ¿Te quedaste sin trajes limpios?

Mi chiste parece no causa el efecto que buscaba porque consigue regresarlo a su estado natural por unos instantes. Me da una mala mirada y su boca se convierte en una línea recta, no obstante, guarda silencio.

Tomo asiento a su lado y palmeo su hombro sin medir mi fuerza, cosa que parece desesperarle más.

—Tan encantador como siempre —dice en un intento de saludo que recibo con gusto. Estoy acostumbrado a sus reacciones a mi terrible sentido del humor.

—Así me amas —contraataco con naturalidad e inocencia fingida que consigue arrebatarle una pequeña risa. Ya ha vuelto a su estado de ánimo normal.

—Llevamos medio año sin vernos, ¿qué te hace pensar que dejé los trajes hace poco?

Podría mentirle, pero no soy esa clase de amigo cuando se trata de él. Si hago las cosas simples para él, entonces no estoy siendo sincero y solo estoy dando ignorando nuestra dinámica de amistad. Porque cuando es al revés, Miles no lo piensa dos veces antes de soltarme su opinión sin tapujos.

—Esa mierda a quien te la compre —comunico sin pensarlo y cuando recibo una mirada incrédula por su parte es que me doy cuenta de que me faltó claridad —. Puede que te guste este nuevo estilo, pero tu incomodidad me dice todo lo que necesito saber.

—No soy un estirado.

Lo gracioso es que después se queda pensando y toma una postura encorvada con intención de parecer despreocupada, como si...

—Nunca dije que lo fueras. Ese comentario no fue para mi, ¿estás vistiendo así solo para probar un punto a alguien que ni siquiera se encuentra aquí? —Señalo su atuendo sin una pizca de tacto y él mueve la boca múltiples veces sin decir una palabra, buscando una excusa para salirse de mi interrogatorio. Me dan ganas de aplaudir cuando termina por asentir con las cejas fruncidas en un gesto de derrota.

—¿Cómo está tu familia? —pregunta como último recurso. Si su idea era evadir el tema, más vale que la deje ya.

—Bien, ahora, regresemos a ti —corto mientras pienso. Miles no es una persona sociable, así que no puedo llevar la conversación hacia posibles amistades. Eso nos deja con una sola persona —. Arabella Tancinetti.

Una oportunidad másWhere stories live. Discover now