Capítulo seis

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Tanit

Seco el sudor de mi frente con la pequeña toalla que yace en mi hombro y coloco la escoba contra la pared cuando escucho que hay una llamada entrante a mi celular. La música se ha detenido y no me pregunto quien es porque ya sé.

Ni siquiera pasa por mi cabeza el fingir sorpresa cuando leo que Madge Vasilis está llamando, claro, solo mi madre es capaz de llamar a las siete de la mañana. A nadie le gusta hacer videollamada a estas horas, pero eso a ella le importa un mismísimo carajo.

Presiono el botón verde y elevo el teléfono para que este me enfoque de frente.

Hola, Madge —saludo con intenciones de molestar. No le gusta que sus hijos la llamen por su nombre y no hay nada más divertido a esta hora que ser regañada por la mujer más escandalosa de toda Grecia.

Hola, niña tonta.

Esa voz y apariencia no le pertenecen a mi mamá.

Maximus me observa en silencio con la mirada paciente y curiosa. No parece recién levantado como yo y tampoco está sudado. Puede ser su atractivo ayudándole, pero parece alguien acostumbrado a activarse temprano. Le veo arrugar la nariz e interpreto por lo poco que recuerdo que está pensando. Lo cual me lleva a un punto de cuestionamiento; ¿cuál es el motivo de su llamada?

¡Maximus! —saludo y sonrío para disimular las ansias de preguntar sin tapujos.

Puedo soportar una conversación con mi hermano, que es muy necesaria dado que no sabemos nada del otro. Le sigo en Instagram y veo un poco de su vida, pero sé bien que solo mostramos lo que queremos en redes sociales.

Llamaba para saber de ti. Ya sabes...qué tal está Londres y eso.

Ni siquiera me inmuto por su voz temblorosa, pero si me enfoco en su semblante preocupado. No es como si yo fuese alguien imposible de platicar, lo sabe.

Ya sabes, lo normal. Bonito, ocupado y lluvioso. No salgo mucho a explorar la ciudad porque tengo que trabajar, pero lo que he visto es precioso y adoro pasear cada que puedo. No sería tan mal guía de turistas si algún día te pasas por aquí —contesto con una sonrisa tímida adornando mis labios y el me imita antes de negar con la cabeza y ojos cerrados.

Sabes que no siempre los lugares turísticos son los más especiales, somos hijos de Mykonos y aprendimos por experiencia —puntualiza y asiento. Comprendo su punto y admito que tiene razón. Provenimos de un lugar turístico que ofrece más de lo que llega al ojo turista.

Puedo pedirle a alguien que nos lleve, estoy casi cien por ciento segura de que si conoce aquello que dices —confieso y dejo de hablar antes de empezar a parlotear sobre Knight. No creo que a mi hermano le moleste escuchar lo que tengo que decir sobre cierto inglés que no abandona mi mente, pero dudo que sea de su interés.

Me freno cuando le veo a hacer un gesto muy característico de mamá. La forma en la que muerde su mejilla mientras mira de un lado a otro me dice lo que necesito saber.

Suéltalo ya.

Sus ojos se abren con sorpresa y voltea a ver el celular incapaz de creer que le he descifrado.

No tenemos mucho en común -por no decir nada- y nuestra comunicación es casi nula, pero seguimos compartiendo progenitores y es sencillo leer lo que sucede cuando hace algo que cachó de alguno de los dos. Está emocionado pero indeciso de si hablar o no, razón por la cual quiero saber.

Me ofrecieron una beca deportiva...en Francia —comenta lento. Escuché por mi madre que Maximus es bueno jugando tenis y aunque me alegro por él, mamá insistió que era un simple pasatiempo.

Una oportunidad másOù les histoires vivent. Découvrez maintenant