Capítulo cuatro

231 17 42
                                    

Tanit

Escucho un zumbido que tarda en apagarse porque mis oídos han sufrido gracias a la pasión que Lauren tiene por The Strokes. El camino fue tedioso porque Alona y yo fracasamos al taparnos los oídos para no escuchar las canciones que puso a todo volumen acompañadas por su canto a gritos. Diría que no fue malo, pero estaría mintiendo. Por un momento creí que chocaríamos.

Ninguna de nosotros rezongó, pero ahora que el auto está apagado y estacionado, dudo que Alona se guarde lo que piensa.

—Entendemos, estás contenta y enamorada —espeta con burla y enojo palpable, pero su mirada se torna asesina cuando capta que está por interrumpirla —. Prometo que te asfixiaré con mis propias manos si vuelves a hacernos esta mierda.

—Si amar a Julian Casablancas es motivo para que me condenes a muerte, entonces termina el trabajo que jamás voy a parar —vacila exagerando y Alona lleva una mano a su cuello antes de que Lauren pueda anticipar el movimiento. Esto me hace quedar como una mierda, pero aquí comienza la acción.

Existen múltiples escenas en los Simpson donde Homero estrangula a Bart y este grita sin éxito porque de verdad se está quedando sin aire, bien, mis amigas son la viva imagen de eso. No importa que Alona no se encuentre haciendo mucha presión, la ahorcada finge que está siendo herida gravemente.

—Algún día voy a ahorcarte de verdad para que hagas esos puñeteros ruidos con miedo.

Y aunque me gustaría ver como termina la discusión, interrumpo. Las esperanzas de que regresen al pleito después es palpable en mí y lo mantengo vivo porque sé que es probable que si pase. Su amistad está basada en amor y odio; son todo amor o se están insultando, no hay intermedio. Lo que si es que nunca ha sido una pelea seria, cuando ese momento llega, paran y lo hablan con una madurez inesperada por parte de dos chicas que se la viven insultándose.

—Saben que mi actividad favorita es verlas pelear, pero no quiero que nos dejen fuera —externo y aunque por un momento pienso que me van a ignorar, funciona.

Alona libera a Lauren y esta toma su bolso antes de abrir la puerta para abandonar el auto. La chica cockney rebusca en una bolsa de plástico que ha traído y cuando encuentra lo que buscaba, su celular, lo guarda en el bolsillo de su abrigo y sale también.

Por un momento ignoro que soy yo quien ha pedido que salgamos del coche y me permito disfrutar del calor que hay dentro. No puedo quejarme una vez esté fuera porque se supone que ya domino el clima de la ciudad, cosa que es por obvias razones, falsa.

Tomo mi cartera y bajo del auto. Me aferro a mi abrigo como si fuese mi segunda piel y obligo a que mis amigas aceleren el paso para llegar al lugar más rápido, seguro hay calefacción.

Cuando entramos y el calor del lugar me abraza, relajo el cuerpo. Pero la tranquilidad me dura poco cuando veo que todos están dejando sus abrigos en una especie de paquetería específica para guardar esta clase de prendas. No, dije que ya no sentía el frío pero eso no significa que ya deseo destaparme.

Alona me suelta un montón de palabrotas para obligarme a dejar mi abrigo y accedo con dificultad. El proceso es más complicado de lo que imaginaba; me tienden una hoja donde describen brevemente el estado de la prenda y exigen que firme junto al número que me han asignado. Recibo una tarjeta donde está el número en grande y me explican que debo presentarla al pasar a recoger lo que he dejado, agradezco y me retiro con las chicas a la recepción.

Al entrar, observo que ya está lleno de gente y aunque recorro el lugar en busca de JJ, que viene con Dagger, analizo al resto de los invitados. Lucen elegantes, emocionados y parlanchines entre sí. No recuerdo la última vez que conviví tan abiertamente en un evento y eso es un problema dado que no soy muy habladora con quienes no conozco. Me rindo a buscar a mi amiga e invento una excusa para que no esté aquí, porque si ella estuviese en el lugar ya hubiera corrido a saludarnos.

Una oportunidad másWhere stories live. Discover now